Despedida de la Maga

Despedida de la Maga

Sobre "Devenires Prosaicos":

Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!


domingo, 1 de septiembre de 2013

El arlequero



Algunos dirán que mi trabajo es insustancial, que no aporta al crecimiento de la empresa. Las caras grises, medianeras marchitas, se reproducen con terrible regularidad. Esa es mi preocupación, mi obsesión inversa, el objeto que deseo transformar. ¿Cómo es posible que se lo tomen tan en serio? No comprenden que todo es un juego, una rayuela sin cielo ni infierno y tal vez con una sola roca, una sola oportunidad. Yo estoy aquí para recordárselo. Para que comprendan que ninguno de esos pequeños papeles verdes vale lo suficiente, que solo son depósitos de sueños de burbujas, la mentira del capital. Por eso los del banco saben que me necesitan, porque soy su contraparte, su complemento. Sin mi ellos entran y salen, y con una mueca vacía deciden no volver más.

Por ello, me pinto el rostro de blanco y me pongo una nariz roja, un traje de matices variopintos y unas zapatillas largas  de duende de cajón. Luego me visto con una sonrisa imposible, una sonrisa que no se pueda desarmar. Entro al banco y me encuentro con aquellos rostros que me observan, que intentan destruirme con su mirada, con sus dedos que señalan y su indiferencia de metal. Yo simplemente hago una venia y les doy mi mejor pose. Hago que se pierdan, que no comprendan, que se sientan atrapados en el laberinto de mis muecas y mi risa multicolor. Mientras hacen fila y piensan en deudas, hipotecas y traspasos yo les cuento historias y chistes; combato limpiamente con sus demonios de trajes grises y bastones de cristal. Entonces les hablo de un tipo que le tiene miedo a los caniches, de una mujer que se masturba en una sala de espera sin control. Les hablo de dos putos que tienen sexo mientras ven un partido de futbol, y de un lobo que renuncia a comer, a ser el malo de ocasión. Les hablo de un sujeto que pelea con un enchufle mientras defeca y de un inspector de perros que trabajo en el banco, pero que no lo llaman más. Les cuento historias que les hagan olvidar y reírse un poco de la miseria de su propia cotidianidad.

Empiezo mi danza, mi danza de arlequín, giro, danzo, me cuelgo, las manos vibran y los pies silban. Luego doy un primer paso. Me acerco.  Les jalo las orejas. Me burlo de sus pantalones, de la forma como lavan sus dientes o como cantan cuando se duchan. Me burlo de las mentiras que se dicen mientras hacen el amor y de su cara de hastío cuando llegan a la noche de laburar. Hago suspirar a mujeres obesas y consiento a pequeños niños, los únicos con algo de sentido en ese lugar vil. La danza continua, no puedo parar, un nuevo giro y un paso hacia atrás. Convierto al banco en un carnaval celeste, en donde los límites se pierden y la luz reaparece en su mente sumergida en números, que se evaporan con mi voz. ¡Bailen!, ¡Bailen conmigo!, que el movimiento no pare, que un nuevo día aparezca y que esta parodia de mundo estalle con un beso o con un vals, con una pisca de risa y de amor.  La danza termina, se escucha un sonoro aplauso. Hago una venia y agradezco su atención.


Luego al finalizar la jornada, entro al baño del banco, me quito la nariz. Me visto formalmente y salgo por la puerta de atrás. Allá me espera un sujeto de gafas y traje blanco. Recibo mi paga, cinco billetes verdes con la cara de un prócer olvidado. Sonrió irónicamente. Por que se, que en ese momento de la noche, el arlequero ha dejado de existir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario