(Este texto lo escribí hace cinco años. Aun tiene una vigencia importante para mi)
Hubo
un día en que caminaba por las calles del centro, cerca a las torres de Bombona
con una amiga, era observar de nuevo el mismo ambiente gris y de miseria que es
el pan de cada día en las venas viales del centro. De vez en cuando se oye el
palpitar de un corazón, de uno que cada vez está más enfermo o tal vez sea una
ilusión provocada por los pitos de los carros, los gritos de los vendedores y
la cotidiana intolerancia que se puede ver en este ambiente. No es una
sensación nueva, que no haya sentido un habitante promedio de Medellín, incluso
las de las más precarias condiciones. El centro con sus pirámides de colores y
sus avenidas recién amplificadas seguía siendo un tumor maligno y oscuro,
porque aun que al enfermo de cáncer se le vista de colores alegres y túnicas
prominentes sigue teniendo en su faz ese gesto de cansancio y dolor. Pero no es
el objetivo del presente escrito hablar sobre el centro, un barrio como
cualquier otro en una pequeña ciudad, sino abordar otra cuestión. Debido quizás
al ambiente generador de nostalgia, de recuerdos y sueños no cumplidos, mi
amiga se motivo a hacerme una pregunta:
-
¿te describes a ti mismo como un soñador, no?-
-
Si, así es, no podría encontrar otra palabra adecuada-
dije con una sonrisa
-
Pero entonces, ¿qué harás?, dime, ¿qué harás cuando se
caigan todos tus ideales? ¿Qué nada es como lo que pensabas? Te choques con una
realidad triste, vacía y dolorosa
-
Mis ideales no se caerán, parece promesa de un hombre
joven, pero en su esencia ellos permanecerán, yo creo y lucho por que así sea,
seria traicionar lo que soy y el camino que me he fijado
-
Todos los seres humanos cambian con el tiempo, muchas
veces sin que se den cuenta
-
Yo no niego los cambios que se dan en el trascurso de la
vida, frente a las experiencias que a uno acontecen, pero creo que hay cosas
que no cambian y que permanecen resplandecientes en nuestro corazón, sino ya no
tendríamos derecho a que se nos llamara por nuestros nombres
-
¡Ay Daniel! ¡Te veré en unos años! Siendo algo que
realmente nunca quisiste ser, dándote asco de ti mismo…
-
Tu visión es muy pesimista, no niego que no puedo
adivinar o ver el futuro, pero prefiero creer que no será como tú dices y que
estaré fiel hasta el final parado en mi estandarte, frente a mis compañeros
caídos…
Ella
callo, supongo que se dio cuenta que era inútil intentar convencerme, al fin y
al cabo ella era una mujer de miedos, desengañada, que aspiraba a vivir su
juventud a su máximo esplendor sin riesgos. Mientras que yo, que también soy un
hombre de miedos, pero que he aprendido a verles a la cara, no temo lo que
viene, ni la lucha, ni el sufrimiento. ¿No es acaso el sufrimiento parte de
nuestra vida? ¿Una de las consecuencias del simple acto de vivir? ¿Por qué
debería temerle? No puedo negar mi juventud, no soy más que un hombre de 22
años y ya me siento cansado. Decepciones ya he tenido, malas experiencias
también y aun se me auguran más para el futuro. Pero, por ello, ¿debería
cambiar lo que creo? ¿Debería convertirme en un autómata más que sigue el
modelo predispuesto por la sociedad? ¿Debería rendirme y dejarme llevar por la
corriente que espera que haga lo mismo que los demás y que viva una vida
monótona y carente de sentido? Muchas personas que han pasado por mi vida y que
juraron ser fieles a sus ideales, han cambiado y se han convertido en sombras,
entes miméticos que solo imitan a los demás buscando algo de admiración y
reconocimiento. La verdad yo prefiero la muerte como Jhon, el nativo de “un
mundo feliz” de Huxley que no pudo soportar la perdida de lo más importante que
teníamos, nuestros sueños y sentimientos.
Es
muy triste cuando ves como eres de los pocos que permanece en la resistencia,
con heridas en todo el cuerpo y en la mente, haciendo un terrible esfuerzo,
pero que si muero, moriré de pie, con la frente en alto, orgulloso de lo que
alguna vez fui y construí. Los sueños se convierten en el mejor de los licores,
añejado desde la prehistoria y presente desde que el hombre es hombre. ¿Qué más
se puede hacer frente a un mundo que permanece casi inmutable y en silencio?
¿No es ese ser repugnante que alguna vez le dio pesadillas a Parmenides? Nada
nuevo, en miles de años de existencia aun no sabemos como el hombre debe llevar
su vida y más importante aún, ¿Por qué estamos aquí? astrofísicos, religiosos,
filosofos, científicos se lanzan a pelear y a debatir toda clase de teorías que
a la hora de la verdad no tienen ninguna base argumentativa lo suficientemente
solida ante los limites que se han impuesto a nuestro conocimiento y las
preguntas siguen y siguen. Los seres humanos para poder vivir su vida, sin
preocupaciones y sin tanto “porque” (tal vez porque el universo pueda ser
producto de un azar terrible”) ignoran estas cuestiones y se dedican a vivir lo
que hay enfrente, como unas piezas más en un juego que lleva más de 10000 años,
siempre con un relevo importante de piezas cada generación, sin preocuparse en
lo mas mínimo por el resto.
Así,
solo los masoquistas y los locos, son los que generalmente se meten en campos
de conocimiento buscando respuestas y teorías locas a todo lo que acontece a
nuestro alrededor y dándose cada vez mas cuenta de nuestra insignificancia y
pequeñez, en un pequeño planeta, en una enorme galaxia de muchas estrellas, de
muchas galaxias a distancias aterradoras que nos dejan como el más miserable
crustáceo en un universo de gigantes proporciones. ¡Oh pobre Aristóteles! ¡Qué
tan lejos estabas al creer que el conocimiento era la virtud máxima y la que
traía la felicidad! También existe el camino de la fe y la religión, el cual
nos hace todo más fácil, porque nos llena de respuestas y le da un sentido a
nuestro vivir, que está en servir a Dios y a todo lo que representa, como si
tuviéramos que tener una deuda con una entidad o con algo para poder saber cómo
debemos comportarnos en nuestra vida. Es parecido a lo que Nietzsche llama
“Relación deudor-acreedor” en su genealogía de la moral, necesitamos deberle
algo a “alguien” para sentirnos vivos, un absurdo sin duda.
Aun
así, amigos míos, existe otra vía, una que muy pocos exploramos y que es para
mí la que da sentido a la vida, que es la vía de los sueños. Ellos están
presentes allí, aparecen cuando menos los esperamos y como pequeños serafines
le dan vuelta a nuestra mente, danzando trayendo muchas veces esperanzas o
pensamientos reconfortantes. Algunos encerrados en su pesimismo prefieren no
esperar nada y no soñar, sino dejarse llevar por la corriente borrascosa y
violenta. Otros sueñan pero luego prefieren olvidar, como si los sueños fueran
anatemas que nos fueran a traer mala suerte y nos volvieran desquiciados. Los
medios o mass-media, el mundo moderno, la sociedad se encarga de implantar
sueños generales a todo el mundo, como si todos debiéramos seguir un
determinado modelo onírico imposible para que el sistema funcione y no sigamos
siendo más que simples hamsters que deben mover todos los días su rueda
pensando que algún día lograran salir de su jaula y les darán una jaula mas cómoda,
pero que nunca llegara y la rueda seguirá dando vueltas y vueltas para que el
mecanismo capitalista funcione. Este sueño general habla de una linda chica, un
carro plateado y una enorme mansión en la playa, ¿les suena conocido? ¿A que
más de uno lo ha pensado alguna vez?, más que sueños, estos se convierten en
deseos frustrados que traen desesperación y tristeza a nuestra vida.
Pero
no es esta clase de sueños los que yo busco, busco sueños propios, sueños
únicos, sueños que solo le pertenezcan a cada uno y que son los que le dan
sentido a su vida. Sueños cubiertos y protegidos por ideales firmes en los que
creo y que permanecen sólidos como columnas porque son los que me indican el
camino a seguir en cada decisión, en cada movimiento trascendental en mi vida. Creo
en los sueños y que estos son la teleología de la vida, es decir, su causa
final. Pero soñar también significa vivir las emociones, no restringirlas, sino
vivirlas. Hay que vivir todos los sentimientos: alegría, pasión, tristeza,
dolor, por ejemplo un músico debe verlas reflejadas en su arte, porque son
parte de lo que es y es cierto que no todos sentimos igual, son los
sentimientos, creencias y emociones lo que nos hace únicos, diferentes a los
demás y por lo tanto lo que le da su toque particular a cada uno de nuestros
sueños, lo que les da el color, uno que solo existe en nuestro interior,
entonces él los expresa en su música y esto lo que la hace única, y que por más
que otro intente tocar la misma canción que el toco, no la tocara de la misma
manera, no será lo mismo. Un cocinero puede al ponerle sentimiento a lo que
hace, hará una comida deliciosa distinta a la que se compra en cualquier lugar.
He allí el por qué las comidas de “mama” son tan extrañamente fascinantes. Un
abogado que ponga pasión en lo que hace, en sus objetivos, que lucha por sus
ambiciones o deseos, sean cueles sean, es mucho mejor que el mediocre
conformista que se deja vencer por la ciudad gris. Un medico que es consciente
de su responsabilidad (el camino entre la vida y la muerte) podrá lograr grandes
cosas si pone sentimiento y pasión por su trabajo, tratando se sentir lo que su
cliente siente y encontrándole cada día algo nuevo a cada una de sus
actividades. Los ejemplos entonces se extienden hasta el infinito y así no solo
los sueños permean a artistas, sino también a todas las profesiones en las que
el ser humano puede desempeñarse.
Todo
es grosso modo el "yo" fantasioso creado por nuestras mentes en todo
su esplendor, el que nos hace únicos.
No
debemos tener miedo a que nuestros sueños no se cumplan, debemos aceptar este
riesgo, pero no por ello dejar se soñar. Aun que no lo parezcan, las
frustraciones, las caídas nos ayudan a crecer como personas, a no cometer el
mismo error dos veces. Lo importante es saber levantarse, no dejar que estas caídas
nos aplasten y nos quiten las ganas de vivir. Es difícil, lo sé, pero es preferible
a ser un idiota conformista, una hormiga más del hormiguero que no es capaz de
detener un momento su trabajo, para extasiarse con una mirada a la sublime
luna. La vida misma entonces no pasa de ser un simple sueño, entonces ¿Por qué
no disfrutarlo mientras podamos? ¿Por qué no poner todo nuestro empeño en lo
único que tenemos? ¿Por qué encontrar en cada pequeña cosa, un sentimiento, una
nueva sensación un nuevo amanecer? ¿Por qué no valorar cada minuto como un
momento realmente grandioso que vivimos y que tal vez nunca volverá?
Fedor Dostoivski,
escritor ruso, dice en “noches blancas”: “¿acaso no es suficiente un solo
minuto de dicha y felicidad para que valga la pena una vida?” un solo minuto de
un sueño es más que suficiente que cualquier otra ilusión gris que nos creemos
para resistir la realidad. Los sueños muchas veces se cumplen cuando menos lo
pensamos, es parte de su magia, los sueños no tienen temporalidad y espacio,
ellos simplemente llegan y se van, un segundo puede convertirse en una
eternidad, asi como una eternidad en un segudo. Cualquier espacio puede
convierte en algo intimo, algo propio, algo vinculado a nuestros sueños. Asi el
poder de estos de transformar el tiempo y el espacio es superior a cualquier
fuerza existente en los residuos de nuestro planeta. Una especie de
metarealismo, donde una casa, una silla, una bicicleta o hasta un anuncio de
gaseosa se convierten en el mejor de los conversadores o
el más peleador de nuestros enemigos, solo nosotros podemos darle el sentido
que queremos a ese mundo, nuestro propio mundo. Nosotros valoramos por ello los
pequeños momentos, en una vida llena de monotonía y algunas veces de
sufrimiento, los sueños se convierte en un bálsamo, en la mayor fuente
catártica de la realidad, aquello que le da un sentido a nuestra vida, lo que
nos hace ser lo que somos.
Asi
es, es hora de estar orgullosos de lo que somos, somos una especie en vía de
extinción, a mis amigos, a los que sean como yo los invito a no desistir, a
compartir sueños y aventuras, a encontrar una nueva causa, un nuevo
sentimiento, en cada amanecer. A construir mundos y realidades que solo nos
pertenezcan a nosotros, ¿no somos acaso
los mejores obreros de la realidad? ¿Los que la hacen más interesante?. Os
invito a romper la monotonía de la vida una y otra vez, con cada sueño o
aventura que surja. No dejemos que la realidad nos aplaste, al fin y al cabo la
podemos modificar a nuestro antojo, somos locos en medio de la lluvia, Fichas rojas y verdes en
multitudes negras y vacías, pequeñas barcas en medio de enormes cruceros, que
siguen su paso diferente, ¡quién sabe a qué isla podemos llegar!. Vamos entes
que no siguen la misma corriente, vamos inventores de sueños y conceptos, vamos
compañeros de batalla, apóyate en mi hombro hermano mío, pues no permitiremos
que el gran monstruo, la gran máquina termine por absorbernos.
Somos
la única esperanza de una humanidad perdida entre tantas cosas que no entiende,
entre guerras que la destruye poco a poco, entre un montón de ideologías vacías
que al final no llevan a nada. A nosotros no pueden encasillarnos, no somos
parte del montón, somos individuos sin estigma, soñadores de profesión. Anhelo
algún día poder volar y en las nubes reposar, deseo algún día poder amar y en
sus brazos retozar, anhelo algún día brillar y a tus ojos silenciar. Demole
impulso, seamos un motor que mueva los mecanismos, los pulmones que llevan a la
humanidad a respirar. Solo nosotros podemos cambiar el mundo, solo nosotros
podemos iniciar una nueva edad. ¡Serán
oscuros nuestros caminos, pero brillante nuestro corazón! Erigíos como lo que
sois, queridos soñadores, dadme un solo sueño vuestro, compartidlo a mi lado y
tendrás un cofre, aquel donde se guarda mi corazón.
Así
es entonces, que lo ideal es ser fiel a nuestros sueños e ideales, yo espero
serlo hasta mi muerte, habrá cambios sí, pero la estructura general espero no varié,
porque es lo que soy, es el camino que desde hace tiempo he escogido...y aunque
definitivamente es mejor no darle vuelta a las cosas, ser masoquista de vez en
cuando es bueno o…¿o no fueron los grandes masoquistas del pensamiento los que
han cambiado las ideas de la humanidad?