Despedida de la Maga
Sobre "Devenires Prosaicos":
Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!
domingo, 26 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
Entrevista a Richard Sennet
Su padre era anarquista y su madre, comunista. ¿Cómo impactó esto en su relación con las ideologías?
Es complicado. Para mí, que he sido siempre una clase de socialista demócrata, esto nunca fue un tema. Pero dada la experiencia de mi madre en el partido comunista, también he sido muy anticomunista. Es una posición común de la izquierda. No creo que haya nada muy original en mi posición. Lo único que difiere de la situación de los europeos y los latinoamericanos que se paran en el mismo lugar, es que la experiencia del macartismo en los Estados Unidos en los años 50 hizo que el anticomunismo fuera una posición muy corrupta. Si lo puedo expresar de esa manera. Ser anticomunista también podía ser parte de este movimiento que perseguía tanto comunistas como no-comunistas. O sea, cualquiera de la izquierda. Entonces, por ejemplo, cuando yo estaba en la escuela, el FBI tenía agentes posicionados en el lugar de recreo para observar con quién jugaba. Y después iban con los padres de esos chicos para intentar averiguar cosas sobre mi madre. Esto hizo que las cosas fueran muy complicadas para ella. Pero por mi lado, me identificaba con algo llamado el Port Huron Statement (La declaración del puerto Hurón) que fue una especie de manifiesto democrático socialista que se emitió en 1962 en los Estados Unidos. Fue el comienzo de la nueva izquierda. Me he mantenido en esa posición. ¿Eso responde a su pregunta?
Sí, pero entonces las artes, la música y la literatura, que tienen una influencia central en su método sociológico, ¿reemplazan el lugar de la ideología política?
No, para nada. ¿Por qué tendrían que hacerlo?
Porque a veces parece que sus libros no están atravesados por una ideología.
¿Sí?
Sí, y puede parecer que ese lugar, el de la política en el método sociológico, es ocupado por experiencias y posiciones que provienen del mundo de las artes, la música...
Bueno, yo diría que lo que me ha interesado en todo lo que he escrito es el énfasis en la relación entre la cultura y la sociedad. Y la mayoría de lo que se escribe en este dominio ve a lo social como una especie de fundación para lo cultural. Ven a la cultura como una especie de representación de lo social. Para mí esto es un error. Creo que la cultura trabaja sobre condiciones sociales. Funciona al mirar los poderes expresivos que tienen las personas, su autoconocimiento, el conocimiento que tiene cada uno de los otros. Ese es el tema que realmente he estado intentando explorar: es la interacción entre lo cultural y lo social, en vez de mirar representaciones de lo económico y lo social en el dominio cultural.
Hablando personalmente –ya que mi propia formación es como músico; había estado en la universidad apenas un rato cuando me convertí en sociólogo– lo que sé sobre cosas como la cooperación, la personalidad, la esfera pública, la poiesis –creación de las cosas– la experiencia directa que tengo de estas cosas es como artista. Pero lo que he intentado hacer es ver dónde las dos áreas se cruzan. Dónde los poderes expresivos de las personas se cruzan con condiciones sociales que van más allá de ellas, y de condiciones económicas que van más allá de su propio hacer.
Si fuera músico y no sociólogo, ¿sería más feliz?
¡Sí! (pausa, y carcajadas).
Hablando de carreras alternativas suyas, en los ochenta escribió tres novelas. ¿Por qué?
Es una pregunta complicada. Sentí, después de haber escrito el libro El declive del hombre público , que ya no tenía nada más para decir. Y que estaba comenzando a escribir pobremente. No escribí ficción porque me quería convertir en un novelista, en un sentido profesional, sino porque quería rejuvenecer mi escritura. Fue muy doloroso para mí, no soy un novelista natural. Una de las novelas, Palais-Royal , es una buena novela. Las otras dos no lo son. Son malas. Fue una transición. Fue como volver al taller para recuperar un poder de escritura. Y además, estaba tan deprimido por las condiciones de la sociología académica en los 70, me sentía tan estéril y poco imaginativo que pensé: “tengo que parar de hacer esto”. Pero se debió, principalmente, al hecho de que... Miren, yo he vivido mucho tiempo y pasa en la vida de cualquier intelectual que sientes que has llegado al fin de la línea con algo. Sientes que ya has dado todo. Así me sentía después de escribir El declive del hombre público . Ahora lo puedo leer y creo que es un buen libro, pero en su momento me había fulminado.
Y cómo se siente ahora, en ese sentido. ¿Se siente vital con su escritura?
Ahora estoy haciendo una trilogía de libros sobre el homo faber , integrada por El artesano y Together (aún no traducido al castellano). Estoy profundamente metido en el tercero, El narrador , en este momento. Pero realmente siento que seguiré escribiendo, siempre mientras mi mente siga activa.
Ha dicho que quiere escribir sociología, pero como literatura...
El tipo de escritura que hago es, en términos anglosajones, la recuperación de una vieja forma, que es el ensayo. Para ustedes, en el mundo hispanohablante, esto nunca se murió. Es algo que hacen los poetas, los novelistas –o, por ejemplo, mi gran amigo Italo Calvino, él siempre escribía ensayos. En el mundo anglosajón el formato del ensayo realmente se ubicaba dentro de la literatura previa a la Primera Guerra Mundial. Y después se convirtió, por un lado, en periodismo, que no era muy complejo; y por el otro lado, en lo académico. Entonces para mí esto es un proyecto para hacer que la crítica social sea una forma de literatura.
Sabemos que conoció a Borges. ¿Nos puede contar algo sobre ese encuentro?
En los años 70 yo era el director del Instituto de Nueva York para las Humanidades. Ese era mi trabajo universitario. Tenía un enfoque muy internacional en un momento en el cual la cultura de Nueva York se miraba demasiado a sí misma. Invitábamos a todos los escritores de afuera que podíamos. Y, por supuesto, lo invitamos a él. Vino con su esposa, María Kodama. ¿Ella vive aún?
¡Sí! ¡Está muy viva! Defiende el legado de Borges tenazmente.
Me imagino. Es lo que llamaríamos un tigre. Sí, es un tigre. Bueno, él vino a Nueva York. Tengo que confesar que, antes de conocerlo, yo no respondía particularmente bien a la escritura que hacía porque había sido puesto en la categoría del posmodernismo, en la que yo no confiaba demasiado. Pero cuando lo oí hablar me resultó muy conmovedor. Tampoco me resultaba mucho su postura política, que me parecía difícil de leer. Pero, repito, cuando lo oí hablar me conmovió mucho.
Les cuento una anécdota graciosa sobre esto: él vino a cenar a mi casa. Yo tengo una gran pasión por cocinar, y, por supuesto, me preguntaba: “¿Qué se le sirve de cenar a un hombre ciego?” Terminaron viniendo como treinta personas esa noche. Es mucho trabajo cocinar para tanta gente y yo hago todo. Mi esposa es incapaz de cocinar nada… ¿Usted puede cocinar para 30 personas?
Fácilmente. Me encanta hacerlo. Entonces, vino Borges. Y fue asombroso. Debe de haber sido por la ceguera, ya que reconocía por el olfato todas las comidas antes de probarlas. Fue la noche más satisfactoria que he tenido jamás sirviéndole a alguien de comer. La comida era servida en porciones muy pequeñas, y él estaba muy agradecido por eso. Le preparé comida del sur estadounidense, que es una cocina muy fragante… Fue una noche maravillosa.
He cocinado mucho porque cuando perdí el uso de mi brazo la única actividad física que podía hacer era agarrar una olla y un cuchillo. No mucho más que eso... Cocinar se convirtió en algo físico que pude hacer todos los días. Así que aprendí a cocinar. Cuando después me casé con Saskia (Sassen) ahí sí tuve que cocinar.
Ya que estamos hablando de temas “argentinos”, ¿queríamos conocer su opinión sobre el psicoanálisis?
¡La gran obsesión de todos los argentinos!
¿Cuáles son los autores y que es lo que más le interesa del psicoanálisis?
Tengo interés en Freud como teórico y especialmente como teórico cultural. Yo lo leo como leo a Thomas Mann. De la ciencia sobre la que escribe no sé nada. Pero tengo dudas sobre todo tipo de terapia. La mejor terapia es el placer. Realmente no sé nada sobre esto en términos de una ciencia aplicada. Diría que lo interesante para mí, acá en Gran Bretaña –donde paso la mayor parte de mi tiempo– es que así es como ellos lo leen. No como un padre, sino como un escritor. Un escritor que pertenece a un momento muy particular.
Tal vez sepan que estudié con Hannah Arendt. Ella odiaba el psicoanálisis. Tenía un odio visceral por la medicalización de la subjetividad. Yo no tengo ese mismo odio visceral. Creo que ella también sintió que Freud tendría que haber hecho más para combatir a los nazis. En mi crianza lo que me enseñaban era que esto era una práctica muy, muy mala (el psicoanálisis). Pero yo no he encontrado que sea así. Encuentro que Lacan es muy decepcionante como escritor. Para mí es menos interesante que Freud. Porque Freud muestra más de sus contradicciones y sus heridas. ¡Pero si imprimen eso todos los lacanianos me van a perseguir!
Y usted fue amigo de Foucault. ¿El tuvo influencia sobre usted?
Claro, claro, por supuesto.
¿En qué medida?
No soy foucaultiano, pero… Yo creo que él fue, más que nada, un escritor. Ensayos como Locura y civilización o Vigilar y castigar , son ejemplos poderosos de escritura. Pienso que su método histórico fue algo extremadamente productivo. Encontró maneras de conjugar teoría con experiencia histórica de un modo absolutamente fantástico. En particular, en los últimos tres libros que escribió, hacia el final de su vida. Esos libros son asombrosos. Como ejemplos sobre cómo escribir historia filosófica son extraordinarios.
Lo que nunca compartí fue la relación que él tenía con el poder fundamental, la capilaridad del poder. A veces me parecía paranoico. Pero fue una amistad donde había suficiente espacio como para que el hecho de que tuviéramos temperamentos muy distintos nunca impidió que fuéramos amigos. Entonces, por supuesto, fue una presencia muy importante en mi vida.
¿En qué etapa del capitalismo considera que estamos actualmente?
Bueno, usted sabrá donde estamos. En Europa estamos en el colapso del capitalismo neoliberal. No sé cómo es en Argentina, pero creo que lo que pasa en Europa y los Estados Unidos es que se ve un colapso del orden neoliberal junto con una falta de voluntad para hacer algo diferente. En la izquierda cuando la gente piensa sobre qué hacer, piensa en restaurar el statu quo . Eso es sobre lo cual Clinton y Obama se la pasan pensando. Cómo restaurar el orden viejo para que funcione mejor y para que sea más humano y todo eso. En vez de repensar las cosas básicas, por ejemplo, la relación entre las finanzas y el empleo. Lo cual sería una proposición mucho más radical.
¿Cómo imagina lo que viene, el futuro?
No sé por cuánto más tiempo durará esto, este período de decadencia; pero lo que me preocupa particularmente es que la izquierda no está siendo lo suficientemente radical en su crítica sobre lo que está mal. O la alternativa es que ves personas sacando críticas marxistas agotadas que Marx mismo hubiera odiado. ¿Se entiende lo que digo? Criticas bien mecánicas. Hay parálisis en los dos lados. El sistema está paralizado y sus críticos están paralizados.
El mundo está en crisis permanente. Europa, los Estados Unidos, girando otra vez hacia la derecha...
Sí, por supuesto. Eso es una de las cosas que la gente hace cuando tiene una situación estática. La gente se imagina que tiene que volver a lo que conoce. Algo en lo cual pueda confiar. ¿Saben que el capitalismo no es un proceso lineal? Es un proceso cíclico. Entonces la pregunta que yo tengo sobre todo esto es: ¿Qué pasará en un país como Brasil cuando ese ciclo inevitable comience su declive? Ya está comenzando en China e India. La idea de que el neoliberalismo, las economías del mercado, son formas de vida sostenibles es una fantasía. Es simplemente una fantasía. Cuando la gente se encuentra en el lado de ascenso de la curva se imagina que nunca terminará. Recuerdo a economistas americanos contándome que habíamos abolido el ciclo de negocios. Y la gente creía eso: que se podía tener crecimiento sin fin. Que no había un lado de declive. Entonces se quedaron mal preparados.
Estoy interesado en ver lo que pasa en el país de ustedes. Lo que yo sé de la Argentina viene de mi esposa que se crió allí. Lo que la ha atormentado toda su vida es la dictadura militar y sus consecuencias. Y la mayoría de los argentinos que conozco son cincuentones o sesentones, para quienes esa fue la experiencia vivida de su país. Lo que conozco de ustedes son las vivencias del exilio y toda su problemática. Debe seguir siendo un tema muy vivo para ustedes, ¿no es cierto?
Sí, es un tema que está muy presente en la agenda política y pública.
Eso es bueno. Eso es muy bueno. Es un tema muy ambiguo, cómo resolver eso. En Africa del Sur, por supuesto, tuvieron que intentar otro camino, con la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en vez de meter a personas en juicios políticos. No puedes conseguir resolución, o un cierre emocional. O sea, la generación se tiene que morir para que haya resolución. Ninguna madre de alguien que ha sido torturado y después tirado al mar va tener un cierre emocional.
No sé si saben esto. Ahora estamos teniendo un momento muy interesante en Alemania. Porque, yo diría, que durante los veinte años subsiguientes al fin de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes se enfrentaban al pasado con silencio. Después hubo una especie de rebelión generacional con la aparición del mayo francés. Hubo una especie de discurso sobre el nazismo que era algo así como echarles la culpa a los padres. Eso ahora se ha desvanecido. Lo que me llama la atención sobre los hijos adolescentes de mis amigos hoy es que están intentando recuperar el sentido de esto que en alemán se llama el Sonderweg . ¿Saben lo que es eso? El Sonderweg se refiere a las razones excepcionales que hizo asesinos a los alemanes. Pero ha llevado tres generaciones reconocer lo que pasó cultural y generacionalmente. Tal vez en tres generaciones eso les pasará a ustedes también. No sé. Pero es muy interesante. Y por supuesto, mientras más lejos, estas cosas se vuelven menos personales. Se convierten en relatos nomás, y no en temas personales. Tal vez llegarán a eso. Estoy muy interesado en hablar con ustedes sobre estos temas.
¿El pragmatismo es una forma de luchar contra el capitalismo?
En su origen, en los Estados Unidos, lo fue. Y eso estaba asociado con John Dewey, el filósofo que juntó anticapitalismo y prácticas socialistas; prácticas locales democráticas sociales para armar una filosofía que estaba preocupada por el proceso, por el hacer en lugar de por el ser; con sistemas abiertos de los cuales no sabes qué va salir; y sobre todo, por la igualdad de las personas que están comprometidas en entenderse entre ellas. Para Dewey, quien también fue amenazado por McCarthy, los dos –anticapitalismo y prácticas socialistas– estaban absolutamente unidos.
¿Cuál ha sido su rol dentro del pragmatismo?
El pragmatismo comenzó como un movimiento lingüístico con Charles Sanders Peirce, el filósofo, y William James como psicólogo. Dewey lo tomó y le dio un carácter mucho más social. Y después, básicamente, se muere como escuela filosófica. Hasta que en los 90, en los Estados Unidos es revivido por Richard Rorty como una especie de cuestionamiento sobre la idea de las verdades científicas. Y es revivido aquí en Europa por Hans Joas, por mí mismo y por gente en Dinamarca. Es una especie de retorno a las preocupaciones sociales de Dewey; hacia el aprendizaje recíproco entre las personas, a la cooperación. Ahora tenemos un grupo aquí de personas que son ingenieros, por ejemplo, que se están convirtiendo en pragmatistas, porque les interesan los sistemas abiertos. Ya no es solamente un fenómeno estadounidense.
Y lo que Hans Joas y yo hemos intentado hacer es realmente reorientar el pragmatismo hacia lo que requieren las condiciones sociales y culturales para el trabajo creativo de todos los días. Eso es en lo que se enfoca el pragmatismo. No se trata de ser práctico; es sobre la práctica.
¿Cuáles son sus sugerencias prácticas para la educación de un joven en este mundo?
Me preguntan eso todo el tiempo.
Es una pregunta interesada. Tengo un hijo de tres años. ¿Cómo cree que debería educarlo?
Hágalo carpintero. Un carpintero filosófico. En realidad este tema tiene dos lados. Por un lado está el tema: ¿Qué hace una persona joven en este momento? Y el segundo es: ¿Por qué debería ser un problema para la gente joven hoy? El sistema, de una manera bien neoliberal, ha hecho que la escasez del buen trabajo sea un problema individual.
Para contestar la pregunta les cuento algo que ha estado pasando con mis alumnos. Y son tres cosas. Lo más drástico, porque tenemos en Gran Bretaña una situación terrible para la gente joven recibida de la universidad. La solución más drástica es la emigración. Eso es algo muy especial para ellos porque Asia del sudeste y el Oriente Medio están contratando a graduados jóvenes que tienen competencia en inglés. Pero la emigración es un cambio de vida drástico. Tengo otros alumnos que están empezando a ver cómo hacer para tener una vida de día y otra de noche. Están en trabajos temporarios durante el día, trabajo para sobrevivir, y después, de noche, hacen las cosas que realmente quieren hacer. Esto ha significado reducir, muy conscientemente, tanto sus niveles de vida como lo que ellos entienden como una carrera. Lo mismo está pasando en Japón, donde este tipo de vida doble está instalándose. La tercera cosa que he aconsejado a mis alumnos acá hacer es perder sus miedos al fracaso. De armar empresas por más que fracasen. Actividades que no tienen un valor económico. Si fracasan, ¿qué más da? Es mejor hacer eso que nada.
¿Cómo llegamos hasta acá?
La respuesta estructural está en lo siguiente: economías modernas, particularmente con la aparición de las computadoras, generan menos trabajo para los trabajadores existentes. Es un hecho de la vida. Y la única forma de enfrentarse con esto es compartir el trabajo. Tomar un trabajo y dividirlo en dos o hasta en tres partes. Después, el Estado tendra que darle suplementos a los sueldos de los trabajadores por el tiempo que no estén empleados. En otras palabras, hay que sacarse la idea de que un trabajo a tiempo completo es para una sola persona. Tenemos la tecnología para hacerlo.
Trabajando con máquinas en ámbitos virtuales, ¿estamos perdiendo la capacidad de reflexión?
Bueno, no es culpa de la máquina. Es un cuento familiar en la historia del homo faber que cuando consigues una herramienta nueva el primer impulso es decir que la herramienta te reemplazará; dejas que la máquina lo haga todo. Esto no es sólo para las computadoras. Vale también para las máquinas industriales, y antes de eso, pasaba con las herramientas científicas en el principio del Renacimiento. El tema es cómo ser más inteligentes en el modo en que usamos estas máquinas. Allí tengo que decir que el capitalismo realmente ha mostrado su rostro más horrible. Porque tenemos lo que son casi monopolios instantáneos en el mundo de la alta tecnología: Google, Microsoft y otros. Además, son tecnologías cerradas. Es decir, es muy difícil reprogramar cualquier programa se trate de de Microsoft o de reprogramar Google.
¿Sus últimos libros definen y amplían este tema?
Es nuestro problema, y no el de la máquina, repensar cómo podemos usar las máquinas como prótesis, como herramientas, como ayudas en vez de simplemente usarlas para que hagan para nosotros lo que nosotros no queremos hacer... ¿Cómo podemos ver esta tecnología como una amenaza? La amenaza está dentro de nosotros mismos.
Fuente: Revista Ñ
lunes, 20 de agosto de 2012
sábado, 18 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
El Albatros
(Charles Baudelaire)
Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.
jueves, 16 de agosto de 2012
Time Flies (Porcupinee Tree)
TIME FLIES
I was born in '67
The year of Sgt. Pepper
And Are You Experienced?
Into a suburb of heaven
Yeah, it should've been forever
It all seems to make so much sense
But after a while
You realize time flies
And the best thing that you can do
Is take whatever comes to you
'Cause time flies
She said luck is all you make it
You just reach out and take it
Now let's dance a while
She said nothing ever happens
If you don't make it happen
And if you can't laugh then smile
But after a while
You realize time flies
And the best thing that you can do
Is take whatever comes to you
'Cause time flies
And laughing under summer showers
Is still the way I see you now
How does time break down
With no marker, things slow down.
A conference of the strange
And your family is deranged
I could tell you what I'm thinking
While we sit here drinking
But I'm not sure where to start
You see there's something wrong here
I'm sorry if I'm not clear,
Can you stop smoking your cigar?
But after a while
You realize time flies
And the best thing that you can do
Is take whatever comes to you
'Cause time flies
And the coat your wore to Alton Towers
It's still the way I see you now
jueves, 9 de agosto de 2012
Caminantes
IV.
Caminantes
Somos dos pequeños caminantes, transeúntes incorpóreos, que se encuentran bajo la cúpula desafiante, de luminarias esferas. Desafiamos al tiempo, al espacio y a la historia, rebeldes de una época, contra un dictamen nihilista, al que ya todos se han abandonado, ¡pobres mortales simplistas!. Ante el homicidio de Eros, las palmas alzan, solos, subterfugiamente el hada y el mago pasan.
Glorificamos la vida, devenimos amantes, superamos las sombras, con magia delirante. Magia cultivada a través de estos meses, poder que se vuelve denso, acumulado y absoluto, en tu cuerpo esbelto. Explota en miles de tonalidades y matices, cuando tus carmesíes labios beso, impregno y dejo huella de mis sueños con raíces, raíces de abetos.
Raices de un hogar, de una pequeña casa rosada con un gato, un niño y una hamaca grisasea, en la que se abalance nuestro cosmos, nuestro universo, como si fuera un niño juguetón y escueto, de ralea inocente, única, abismal. Entonces cantaras conmigo, no puedes hacer ya más, ¡oh hada mía! Por favor, toca tu flauta, como aquella niña de bolívar, de ojitos estrellados quizás…
si...solo un segundo detenerme anhelo, en tu tierna melodía, suerte de inmortalidad edénica, en estético duelo. No seria suficiente solo un segundo para captar toda esa belleza celeste, arcana, feérica, vetusta, helénica, demencial, ni siquiera mil horas para un relato de tus ojos formar. Pero, solo un segundo, con una velocidad de luz constante, para poder sumergirme en tu bello rostro, tu faz oceánica, princesa angelical.
Dame entonces, ¡oh amada mía!, tu pequeña y juguetona mano, pues caminar debemos, por esta vía sombría. ¿Qué te parece el sendero? Espero tus pies no se cansen, quizás hallen dolorosas espinas, quizás tus suelas se desgasten. La alborada es lenta y quejumbrosa, como el vomito de un dios malherido, no desea vernos, aquel supremo vengativo.
Mira a tu alrededor, aquellos alados animales, que parecen cantar, la gloria de nuestros sensuales rituales. Azulejos, canarios, petirrojos, golondrinas, cacatúas, guacamayas, cardenales, colibrís, búhos, águilas, pericos, gorriones, tucanes, patos, faisanes, estorninos, alondras, zorzales veremos volar y ante ti, mi emperatriz, veremos cantar. Una sinfonía arbórea, con sabor a café, que inmortalice nuestro amor, que alimente nuestra fe.
Recuerda, ¡oh pequeña mia!, en la noche cuando mires la cúpula celeste, parecerá como si las estrellas se derritieran, mientras caen aberrantes. Pero su movimiento obedecerá, a un lúgubre agenciamiento, frustración de agenciamiento universal… lagrimas de Eros, lagrimas de Thanatos, se aspiran lentamente, como amargos opiatos. El cielo llora, el cielo llorara y con polvo de estrellas su firma, su marca estampara.
¡Cuidado debes tener! Con los barrancos en el camino, una caída segura, en el doloroso espino. Cuatro son sin duda, los abismos más profundos, donde podremos caer y hallarnos moribundos. Es la muerte que amenaza con su guadaña a los amantes y se ríe del amor, a quien cree vencer, con su amargo ardor. Cuatro son los abismos y a ellos nombrare, que su nombre maldito, no los deje ver: Monotonía, Celos, Mentira, Desilusión, ¡Ay de mi! Dame mi absolución.
Tu sonrisa es la indulgencia firmada por el gatuno pontífice, representante de Freyja, de leyendas de amor artífice. Freyja sonríe, Freyja se mofa, aliada con Cupido y Pan, de nosotros goza. ¡Ay princesa mía! Que triste es el tormento de los amados. Pero créeme cuando digo, que la burla no es fortuita, hagamos pues, que valga la pena maldita. Abrázame como el último día, como el fin de una era, que esta sea nuestra resistencia, esta dulce y suave primavera.
No conozco el final de este sendero, tal vez no exista, tal vez sigamos deviniendo, de forma infinita. Los amantes devendrán sueños, devendrán auroras, devendrán crepúsculos, devendrán luces cantoras. No obstante se, que allí, en un oscuro lugar, la sierpe de fuego se prepara, nuestro dulce amor, a su vientre dispara. Desea comer, desea absorberlo, la pequeña esfera, de nuestro sentimiento eterno. Prepara tus armas, para combatir al dragón, solo la afilada espada onírica, bajada del reino de Hypnos que hemos forjado con cada pensamiento, con cada ocasión, puede en un ataque, vencer la draconica negación.
La recompensa, el tesoro, el supremo don, estará al final, luego de que la historia, con sangre y fuego halla sido escrita ya. Sera el legado de una leyenda, de aquella historia que un día en una oficina de universidad empezó, como un pequeño desencuentro entre dos jóvenes, transformado a posteriori en una caudalosa pasión. Entonces pediré un beso, solo uno pido…y el mago, esclavo de tus corneas sibilas, feliz y tonto a la vez será, pues ama a su hada, como nadie más. ¡Dame un beso!, yo a ti te lo pido, que sea el símbolo, el contrato y el fuego de nuestro amor vivido.
Que la canción se cumpla, que el beso selle el fin, que tus labios inscriban, lo que hay al partir. Besame, besame, ¡Besame! Una vez más, una por ti, otra por mi, otra por Fede el pequeño, otra porque si. Que el penúltimo beso deleuziano llegue a mil o que simplemente sea la burla de freyja, de los dos caminantes, que caminan lentamente, hasta el fin.
jueves, 2 de agosto de 2012
miércoles, 1 de agosto de 2012
En algun lugar del cielo
Caminaba tranquilamente en medio del hormiguero central, del pulular de miles de insignificantes seres que van a un árbol y se matan todo el día para regresar con una mísera hoja a su hogar. Era el centro de la ciudad, vibrante, colorido, sucio, lleno de mendigos, traficantes de papelitos, atracadores, vendedores de minutos, casinos, tragaderos y mucha, pero mucha gente, era el lugar perfecto para pasar desapercibido. Era mi diario deber ir a aquel horrible lugar a ganarme mi papa y a oler el excremento que salía de la ciudad. Aburrido, melancólico y pensativo, solía pasar por las aceras sin prestar atención a mi movido entorno, enclaustrado en mis propias ensoñaciones y canciones mentales, el mismo “tararari amor que te vi tararara no me quieras mas” repetido una y otra vez en una constante y extraña sinfonía. Sin embargo hoy mi pensamiento iba a ser interrumpido por un extraño anuncio, una extraña secuela, ¿Qué extraña fuerza podía tener el poder de desviarme, de hacerme entrar en sus entrañas y desviar el curso de mi realidad?. Pues un Graffiti, así es, un sencillo letrero de letras azules claras clavado en una pared casi desierta, anónimo, imperceptible, no pudo dejar de llamar mi atención y curiosidad. Ella, como en la mayoría de seres humanos, era casi innata con todo aquello que no cuadraba con el foco de mi cotidianidad.
Muchos letreros y avisos incoherentes y sin sentido abundaban en la ciudad, tenía especial aberración hacia los de las barras de futbol, ¿Qué necesidad había de colocar su nombre en todas las paredes contaminando y saturando nuestra vista de información innecesaria?. Sin duda era una forma de obtener alguna clase de reconocimiento y poder, pero aun así me parecía absurdo y especialmente feo un letrero de esos que parecían querer clavársele a uno en la mente y perpetuar su fétida existencia en algún rincón de la memoria. También detesto los “Cristo vive” y cosas por el estilo, porque siempre he pensado que una fe que necesita de símbolos y recordatorios a las personas para que crean en ella, es una fe falsa y vacía. Siempre había pensado que las paredes debían estar pintadas con mensajes importantes, de hermoso porte, letras bien delineadas y que le aporten de alguna forma algo a la vida propia. No, no me refiero a mensajes de auto-ayuda, consolación espiritual o algo así, me refiero a algo que realmente sirva o que en su defecto sea tan bello que no necesite uso o explicación, desde un “sea bienvenido, pronto saldrá del trabajo, solo sea paciente” a una obra inédita de Boticelli fusionado con Bart Simpson. Todos es posible en el extraño mundo de los avisos y graffitis.
Por esto y por otras razones solía pasar de los avisos urbanos, prestando atención a unos pocos y es muy extraño que precisamente uno de ellos, casi invisible, inadvertido y no muy bien escrito que digamos me haya llamado la atención, sin embargo en este caso lo que me importaba era el mensaje, no tanto la parte estética. Plasmado en tintes azules el texto proclamaba: “En algún lugar del cielo, te espero a ti”. ¿Me esperan? ¿Quién? ¿Cómo? No entendía. Una primera y rápida interpretación podría decirnos que lo más probable es que se trate de algún mensaje cristiano que traducido significaría: “conviértete o no te esperare” o algo así. Sin embargo había algo en la forma de ser escrita, sencilla, humilde, ligera que definitivamente no era cristiano. El mensaje sin duda quería transmitir algo muy distinto, algo que me provoca una sensación de inexplicable estremecimiento y terror.
¿El cielo? ¿Que era exactamente el cielo? Podía significar cualquier cosa, desde una metáfora de un sitio feliz hasta un antro de muy bajo presupuesto de bailarinas seductoras. Pero, ¿Por qué no explicaban más?, ¿Por qué no había un teléfono del cielo? o al menos un “muy pronto”. En una ciudad casi acostumbrada a que suceda cualquier cosa y que ha perdido el amor por el misterio este anuncio fácilmente pasaba desapercibido pero para mí se estaba convirtiendo a partir de ese momento en el enigma que la esfinge me ponía para poder proseguir mi vida y como Edipo permanecía parado frente a la pared de aquel lugar estudiándola y analizándola buscando algún rastro de ese “cielo” que anunciaba el extraño letrero. Algunas personas que pasaban me miraban con curiosidad, como si se tratara de un loco y preferían evitarme, lo que hacía que me rodeara un aura de soledad que me gustaba. Decidí que yo quería ir a ese cielo cualquiera que fuera y donde fuera que se encontrase, ¿sería acaso como la verdadera bóveda celeste? ¿Debería poder volar para poder llegar allá?, me imagine alzando mis alas y volando a través de las alturas.
Pronto me di cuenta que se me había olvidado lo más importante, era el punto de quien exactamente era el que me esperaba en el cielo. No definitivamente no tenia remitente aquella sencilla nota y obviamente la dedicatoria podía estar abierta. De nuevo lo más obvio se me paso por la cabeza; no, no era Jesús, Jesús no podría esperarme en el cielo, no en ese cielo. Esperaba que no fuera algún tipo de bandido o ente oscuro el que me esperara en un lugar que se llamaba con tan bello nombre y que parecía en una palabra contener tota la inmensidad de nuestra superficie. Luego de un rato de inútiles desvaríos mentales me di cuenta que no podría sacar más información del extraño aviso, tendría que contentarme con lo que tenia. Decepcionado, pase a la tienda de la esquina, en un primer momento pregunte por el anuncio de la pared pero el tendero me miro extrañado y negó con su cabeza. Ante esta nueva frustración simplemente pedí un refresco y me senté a descansar un momento, pues el calor que hacia ese día al final me estaba desgastando.
Luego se me ocurrió otra idea, ¿y si espiaba la reacción de las personas? Seguro que habría alguno que sabia a que cielo se refería, entonces podría preguntarle, podría seguirlo a través de las sombras y tal vez tendría las llaves para poder ascender a aquel sueño celeste. Hable con el señor de la tienda, le pague horas extras y me dejo quedarme allí. Aunque extrañado el tendero no me objeto cosa alguna, simplemente alzo los hombros y no se esforzó mucho en detallarse que era lo que hacía. Así pasaron las horas sin que pasara nada, lo único resaltable fue la pelea entre un taxista y un transeúnte que no paso de insultos verbales debido a que el transeúnte se le había atravesado y había hecho que el taxi se chocara con un poste para evitar atropellarlo. Aburrido y desilusionado me fui a dormir a mi apartamento, en la noche no pude dejar de soñar con ángeles que me llevaban a través de las nubes para luego soltarme y dejarme caer en medio del abismo terrenal. Me despertaba sudando y con muy mal aspecto, tomaba algo de agua y me volvía a dormir.
Al otro día, obstinado, volví al mismo lugar, el tendero parecía de buen humor hoy y me recibió amable, seguro para el yo representaba alguna especie de violación a su diaria cotidianidad y por tanto como una especie de animal exótico de circo le parecía interesante observarme. Yo volví a lo mío, me senté en la silla y espere a ver si sucedía algo extraño con aquel letrero. Sin embargo el día transcurría sin ninguna novedad, de vez en cuando veía pasar las lindas colegialas que salían de la normal de señoritas y complacía a mi vista, sin embargo no me alejaba del objetivo que me había fijado. Llego el ocaso y estaba pronto a rendirme, a irme a mi casa y lamentar haberme quedado como un idiota pendiente de un estúpido aviso. Sin embargo fue en ese preciso momento, cuando un sujeto muy bien vestido y con un porte bastante elegante, se acerco y miro el letrero. Pareció estudiarlo un momento, luego sonriendo siguió su camino. Al ver su reacción me di cuenta que aquel tipo sabía que era el cielo, decidí que no era oportuno hablarle y que mejor lo seguía. Su caminar era lento y tranquilo, seguro del lugar hacia donde se dirigía, seguirlo en medio de los callejones llenos de gente me resulto un poco dificultoso, pero aun así no lo perdí de vista y definitivamente su forma de caminar era demasiado peculiar para no ser reconocida a distancia.
Los callejones se fueron esfumando como escenas de una película barata, todo iba quedando atrás y poco a poco parecía más irreal, como si me encontrara en algún nivel diferente de la realidad, la construcción se estaba desarmando y poco a poco caían las piezas que conformaban aquel rompecabezas multicolor. Solo una de las fichas importaba y se movía a toda velocidad, solo ella podía llevarme al cielo. Se movía a través de las avenidas y los carros parecían ignorarlo, como si no existiese. Aquel extraño ente era casi incorpóreo, ¿sería un ángel acaso? La gente parecía traspasarlo, definitivamente era como si él no estuviera allí. ¿Dónde están tus alas ángel esplendoroso? ¡Muéstrame tu voz celestial!, no huyas de mi, aun hay mortales que deseamos traspasar los límites de lo terreno. Decidí gritarle pero él no me escuchaba ¿y cómo podría hacerlo si ni siquiera me sabia su nombre?
El entro en un extraña y gris edificación que se encontraba casi escondida en uno de los más reconditos lugares del centro de la ciudad. ¿Sería este el cielo? ¿y si me esperaba alguna clase de peligro en él?, además la edificación no parecía tener muy buena pinta, podía ser desde un burdel hasta el escondrijo de alguna banda de sicarios. Cualquier cosa de estas es posible y más en esta ciudad. Las puertas del edificio estaban abiertas, entre apresurado, había una recepción muy sencilla y un solo ascensor. El tipo al parecer había subido por el elevador, decidí esperarlo yo también, pasara lo que pasara lo buscaría por todo el edificio. Luego de esperar, al fin se abrieron las compuertas, pero me llevaría una sorpresa al entrar y encontrarme con que el ascensor solo llevaba a uno de los pisos. Presione el botón que aparentemente me llevaba al piso 11 donde al parecer parecía encontrarse aquel extraño hombre. Mientras subía me di cuenta que era la primera vez en toda mi vida que me encontraba con un ascensor de este tipo. ¡Qué extraño! ¿era que los otros pisos no importaban?, luego temblando recordé que no había visto escaleras a la entrada, ¡qué clase de arquitecto loco habían contratado para esta edificación!.
Cinco, seis, pronto la compuerta se abriría, siete, ocho, nueve, tal vez debería haber venido armado, ni modo de arrepentirme, diez, once. Había llegado, las puertas se abrieron lentamente como si se levantara un telón. Pronto me encontré en una instancia totalmente blanca sin ningún objeto. ¡Qué extraño!, aun así a lo lejos aun podían escucharse el ruido de las calles, lo que significaba que no me había extraído de la realidad, aun estaba algo cuerdo, lo suponía. Sin embargo la gran cantidad de circunstancias encadenadas que me llevaban a estar en este lugar no cabían dentro de lo que llamamos como “normal”. Era casi como un encuentro con una nada que no era absoluta, porque aun tenía algo en su interior, a mí. Un encuentro conmigo mismo, con mi alrededor y las sombras que parecían rodear cada uno de los movimientos que hacía, porque solo así podía ver mi propio ser oscuro y vacio, desnudo, porque no tenía otras cosas que distrajeran mi mente. Se me presentaba con todos sus defectos y carencias, en toda su insignificancia. Ante tal fuerza abrumadora no pude menos que arrodillarme y dejar que las lagrimas fluyeran de mis ojos como aves en picado, cansadas de volar.
¿Sería este el cielo? ¿Este horrible lugar?, “no, no lo es” dijo una voz que salió de alguna parte de la gran habitación. Era aquel hombre que había seguido desesperadamente, parecía haberme leído la mente, su visión me asusto enormemente, vestía un traje elegante y su cara parecía ser compasiva y alegre al mismo tiempo. Al parecer la habitación no le afectaba en absoluto, estar allí era normal para él. “¿Tu escribiste ese extraño letrero verdad?” el negó con la cabeza y me siguió mirando sonriente. Luego vino un breve silencio en que ambos nos estudiamos profundamente y entonces me di cuenta que él era igual a mí, no era un ángel o un dios perdido de antaño, era otro humano que sufría y vivía lo mismo. Entonces el hablo: “Si, así es, has acertado, soy humano igual que tu y al igual que tu he venido buscando el cielo”. “¿Cómo voy a buscar algo que ni siquiera sé qué es?”, “No, ¿no sabes qué es? ¿Estás seguro?, ¿entonces por qué estás aquí?, no lo estarías si no lo sospecharas?. Entonces sorprendido me di cuenta que el tenia razón, no era simple curiosidad lo que me había movido a buscar el cielo, era la esperanza de lo que la palabra significaba. Un lugar mucho mejor donde los sueños pudieran hacerse al fin realidad, uno que me alejara de la realidad donde permanecía atado.
“Si este no es el cielo ¿entonces qué es?” “esto no es más que el portal del cielo, tú mismo lo sentiste cuando entraste, sin embargo la clave para entrar solo puede ser hallada por aparte por cada uno, de alguna forma es algo muy personal”. “¿Tu ya has estado en el cielo verdad?””No, nunca he estado en el, nunca he logrado entrar, quizá tu lo logres, hace tiempo que lo intento”. Mire la inmensa habitación, estaba completamente vacía ¿Cómo se suponía que podía hallar un portal o una puerta en un lugar donde no había absolutamente nada?, no lo podía entender. Me arrime a las ventanas. Asi es, afuera en el exterior, en el todo, había muchas cosas que podían significar caminos o portales desde un simple llavero de un vendedor de la calle hasta el cajero de un banco. Pero aquí no había nada remotamente sospechoso y a pesar de que tocara las paredes algo me decía que allí no estaba la respuesta.
El extraño sujeto simplemente se sentó, suspiro y miro el ocaso que en esos momentos entraba a través de la ventana. Sabía que aquel hombre no podía responderme quien nos esperaba en el cielo, pero el si sabía algo y era como había encontrado este extraño lugar. Sin embargo antes de formular la pregunta, el ya tenía la respuesta en sus labios: “no lo encontré, el simplemente me llamo, hace días ya y entonces me di cuenta que si el cielo existía tenía que estar en el camino correcto”. “¿Es todo lo que tenemos?” pregunte triste “me temo que sí, pero tu al igual que yo te diste cuenta de que ese mensaje en la pared era fuera de lo común, una invitación de esas no se recibe todos los días y muy poca gente sabe percibirla”. “No comprendo” dije intentando parecer extrañado pero para sorpresa misma yo mismo me respondí incluso antes de que él lo hiciera. Lo extraño de la invitación es que solo una persona que haya estado en el cielo pudo haber escrito el mensaje y solo un ángel o un muerto pueden escribir tales cosas.
“¿te das cuenta cuantas personas han intentado llegar al cielo?” me pregunto aquel extraño sujeto. “No lo entiendo” dije, “claro que si” dijo, “piensa en la torre de babel, una que nos llevaría mas allá de las estrellas o en el soñador icaro a quien el sol quemo sus alas, ¿no fue el sueño de los hermanos Wright o del mismo Leonardo davinci? No ha sido el sueño de la humanidad durante siglos, desde pequeños cuando jugábamos rayuela e intentábamos alcanzar la cúpula celeste con solo una pequeña piedra. Y tu sabes bien a que cielo me refiero, no al que vemos todos los días en el que sobrevuelan aviones y aves, no ese no, me refiero al verdadero cielo donde podremos encontrar al fin la libertad”. Luego de decir esto el sujeto hizo silencio esperando mi reacción, sin embargo su discurso me había afectado de una manera especial y ahora me encontraba absorto en mis pensamientos. El tenía razón, de alguna forma nosotros éramos privilegiados pues éramos los únicos que habíamos percibido tan singular invitación.
La luz seguía entrando fuertemente a través de los enormes ventanales, eche una mirada al horizonte citadino. Pronto me di cuenta que cada vez lo entendía mas y parecía que el también pues sonrió. El portal al cielo al fin podía vislumbrarlo, todo el tiempo había estado allí, alto, sublime, con puertas de fino cristal resplandeciente. Solo que siempre hemos visto a través del cristal, añorando los tesoros que allí están, los resplandecientes rostros de los ángeles y la música de las arpas celestiales. Pero nunca vemos la puerta por qué no la queremos ver, solo nos contentamos con añorar y desear más siempre nos da miedo entrar, siempre tememos salir demasiado de la realidad y de lo “normal” pues las consecuencias en caso de que tal cielo fuera falso, de que fuera una ilusión serian desastrosas. Sin embargo yo ya tome mi decisión, como un kamikaze, como un apostador de blackjack apostaría el todo por el todo para poder entrar a ese pequeño paraíso de sueños y bellas figuras.
Ahora que lo comprendía la puerta se abrió fácilmente, nadie impidió mi paso, me sorprendía de lo fácil que había sido, ¡el cielo siempre había estado allí!, el problema es que tantas cosas nos distraen en la vida diaria que no podemos reconocerlo e incluso nos olvidamos fácilmente de él. El sujeto extraño estaba a mi lado, sonreía placenteramente y de sus ojos salían lágrimas de felicidad, ambos habíamos cruzado las fronteras de la realidad y ahora nos encontrábamos en el cielo. Era nuestro propio cielo, nuestra propia construcción, un espacio que solo podíamos llenar con lo que quisiéramos. Nuestras almas trascendentes entonces nada más podían rodearse de estrellas, nubes y dulces serafinas. ¿Qué más se le podía pedir al cielo? ¿Es que acaso era necesario algo material que corrompiera este bello mundo?. Volaba sin límites más allá del arco iris, sobrepasando en las nubes y todo pensamiento se hacía realidad, cualquier comida, cualquier persona, cualquier cosa podían entrar en el cielo y concederme todos mis deseos. No había limites, podía bailar en una bacanal, podía cantar ante un público de ninfas, podía mirar la misma escena de mi vida una y otra vez como una excelente película, podía hacer que miles de libros se volvieran realidad y vivirlos como una aventura mas y por ultimo podía incluso dormir junto a la mujer que amo, acobijado con las nubes. ¡Todo era posible! ¡y yo lo había encontrado!
Aun que feliz, aun era humilde y consciente de lo simple, insignificante y mortal que soy, pero mientras conserve aquel pequeño espacio la vida siempre tendrá un ligero escape, pues desgraciadamente la estancia en el cielo no es permanente ni para siempre, pero al menos lo suficiente para poder disfrutarlo al máximo, al menos en mi propia realidad. Todos podemos encontrar el cielo, solo se necesita voluntad, de uno depende entrar o mantenerse anclado en la fantasiosa realidad, el cielo es verdadero pues nace y muere en nosotros, pero para mí siempre será lo verdadero, lo único en que puedo confiar, un paraíso mental. Lo que nunca supe fue quien me escribió tal invitación, porque a el le agradecería cada minuto de mi existencia por ayudarme a entrar en aquel bello lugar, pero pronto reconocí con horror que algo no cuadraba y era la forma de la letra. Pronto descubrí por que me resultaba tan extraña La letra en que había sido escrito aquel mensaje. ¡Era mi propia letra!.
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