Aspirados por el volcán de mi rostro, cae la flota rebelde, sus barcos se hunden en sudor y piel, ella los siente ahogarse en las profundidades de sus cavernas. Su muerte se resignifica con un gemido. La palabra de la deidad oceánica se manifiesta con una mordedura en mi pierna. Las ruinas de Augusta se agitan, pero renacen, a cada paso, de tus dedos, de mis dedos. Y yo sólo deseo preparar mi arcabuz, mi brújula y mi lengua, para adentrarme en terrenos ignotos, explorar los vestigios del mausoleo y encontrar la grieta del arca sagrada.
El Arca de la Alianza de nuestros cuerpos.
¿Y aún me preguntas que siento cuando te toco?
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