Ella escribió www.gmail.com con el teclado. Espero que la página abriera. Ese día se sentía un fuerte calor. Por la ventana entraba una suave brisa, perezosa, que parecía ser insuficiente. Afuera se escuchaba el ruido de dos niños que jugaban a la pelota. Uno decía ser Falcao y el otro Martinez. La mujer introdujo lentamente su nombre “Beatrizjh@gmail.com”. Se preguntó si a su hijo le quedaba bien el uniforme verde. En la radio sonaba “Comfortably numb” de Pink Floyd. Tarareo el coro. Introdujo la contraseña. Era fácil para ella recordarla, era la fecha del cumpleaños de su pequeño. There is no pain you are receding, a distant ship smoke on the horizon. Era un poco lenta con el teclado. Coloco los tres primeros números. 210. No había terminado de lavar los platos y la cocina aún estaba muy sucia. You are coming through in waves, Your lips move but I can't hear what you're saying. Los últimos tres dígitos. 686. ¿Qué estaría haciendo su pequeño ahora? ¿Recordaría aquel día que habían ido juntos al parque, que había corrido como un loco creyendo que era el hombre murciélago y se había chocado contra un poste? ¿Recordaría como le había recogido, abrazado y le había cantado una pequeña canción? “Sana que sana colita de rana si no sana hoy sanara mañana”. El niño le había esbozado una sonrisa mirándole con sus pequeños ojos juguetones. When I was a child I had a fever, My hands felt just like two balloons. La radio sonaba con interferencia y la canción decaía un poco. La bandeja de entrada tenía dos correos nuevos, uno parecía ser una promoción, el otro era un correo de mil.co. Si, había sido un lindo día. Le había comprado un helado de chocolate y él le había dicho que era la mejor mama del mundo. Now I've got that feeling once again, I can't explain, you would not understand. El primer correo hablaba de una oferta de una nueva lavadora. Hace rato que pensaba en cambiar la vieja carcasa que ya no lavaba ni siquiera un mal pensamiento. Sus manos empezaron a sudar y sus pies se agitaban nerviosos. El precio le pareció muy elevado. Decidió borrar el correo. This is not how I am… I have become comfortably numb. Volvió a remembrar, ¿Dónde se habían perdido aquellas dos canicas de ojos?, ¿en qué alcantarilla o hueco se habían esfumado? Ella las seguía persiguiendo cuesta abajo por los senderos de la memoria. Pero, ¿Qué podía haber al final, Sino la efigie abismal de su triunfo o de su eterno fracaso? El viejo reloj de madera dio una vuelta e hizo un breve sonido que confirmaba el cambio de hora. Decidió abrir el otro correo. Puso la mano sobre el mouse e hizo “clic”. Entro una fuerte brisa por la ventana, el sol al fin empezaba a decaer. La radio se había callado y el silencio, visitante impertinente, se apoderó del lugar. “Señora Beatriz Jiménez, lamentamos comunicarle que su hijo, el cabo Carlos Emilio Rincón ha caído hoy en combate con el frente 47 de las FARC. Trasmitimos nuestras condolencias. Pronto recibirá más información. Hasta pronto”.
Despedida de la Maga
Sobre "Devenires Prosaicos":
Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!
domingo, 26 de mayo de 2013
Un clic y una verdad
Ella escribió www.gmail.com con el teclado. Espero que la página abriera. Ese día se sentía un fuerte calor. Por la ventana entraba una suave brisa, perezosa, que parecía ser insuficiente. Afuera se escuchaba el ruido de dos niños que jugaban a la pelota. Uno decía ser Falcao y el otro Martinez. La mujer introdujo lentamente su nombre “Beatrizjh@gmail.com”. Se preguntó si a su hijo le quedaba bien el uniforme verde. En la radio sonaba “Comfortably numb” de Pink Floyd. Tarareo el coro. Introdujo la contraseña. Era fácil para ella recordarla, era la fecha del cumpleaños de su pequeño. There is no pain you are receding, a distant ship smoke on the horizon. Era un poco lenta con el teclado. Coloco los tres primeros números. 210. No había terminado de lavar los platos y la cocina aún estaba muy sucia. You are coming through in waves, Your lips move but I can't hear what you're saying. Los últimos tres dígitos. 686. ¿Qué estaría haciendo su pequeño ahora? ¿Recordaría aquel día que habían ido juntos al parque, que había corrido como un loco creyendo que era el hombre murciélago y se había chocado contra un poste? ¿Recordaría como le había recogido, abrazado y le había cantado una pequeña canción? “Sana que sana colita de rana si no sana hoy sanara mañana”. El niño le había esbozado una sonrisa mirándole con sus pequeños ojos juguetones. When I was a child I had a fever, My hands felt just like two balloons. La radio sonaba con interferencia y la canción decaía un poco. La bandeja de entrada tenía dos correos nuevos, uno parecía ser una promoción, el otro era un correo de mil.co. Si, había sido un lindo día. Le había comprado un helado de chocolate y él le había dicho que era la mejor mama del mundo. Now I've got that feeling once again, I can't explain, you would not understand. El primer correo hablaba de una oferta de una nueva lavadora. Hace rato que pensaba en cambiar la vieja carcasa que ya no lavaba ni siquiera un mal pensamiento. Sus manos empezaron a sudar y sus pies se agitaban nerviosos. El precio le pareció muy elevado. Decidió borrar el correo. This is not how I am… I have become comfortably numb. Volvió a remembrar, ¿Dónde se habían perdido aquellas dos canicas de ojos?, ¿en qué alcantarilla o hueco se habían esfumado? Ella las seguía persiguiendo cuesta abajo por los senderos de la memoria. Pero, ¿Qué podía haber al final, Sino la efigie abismal de su triunfo o de su eterno fracaso? El viejo reloj de madera dio una vuelta e hizo un breve sonido que confirmaba el cambio de hora. Decidió abrir el otro correo. Puso la mano sobre el mouse e hizo “clic”. Entro una fuerte brisa por la ventana, el sol al fin empezaba a decaer. La radio se había callado y el silencio, visitante impertinente, se apoderó del lugar. “Señora Beatriz Jiménez, lamentamos comunicarle que su hijo, el cabo Carlos Emilio Rincón ha caído hoy en combate con el frente 47 de las FARC. Trasmitimos nuestras condolencias. Pronto recibirá más información. Hasta pronto”.
jueves, 23 de mayo de 2013
Lo que sobra
Si algo he aprendido aquí en el sur es que hay que deshacerse de todo lo que sobra
Sobran palabras de más en los textos
Sobran papeles y volantes que le dan a uno
Sobran objetos que nunca voy a volver a utilizar
Sobran recuerdos, desamores, lecturas
Sobran algunos sueños incoherentes y absurdos
Sueños en los que no creo ya
Pero lo que más sobra es gente
¡Tanta gente!
Que solo permanezca la familia, el amigo y el hermano
Los demás pueden entrar en las puertas del olvido
Esas que solo se abren para lo que sobra
Para lo que fue y ya no será
jueves, 2 de mayo de 2013
Caracol Asesino
El otro día fui a la juguetería. Entre tantos muñecos y peluches, me compre un caracol asesino. Recorría paredes, puertas, ventanas y las nalgas de mi vecina. Mi juguete metálico me seguía a todas partes. Miraba desconfiado, miraba pausadamente, con ansias de sangre. A veces, le gustaba dormir en la ventana, recordando sueños de antes, de galopar como antílope. Lo quería en demasía, lo abrazaba todas las noches. Él se limitaba a sonreír, con una sonrisa de muerte, una sonrisa aturdidora. Luego al siguiente día, todo volvía a empezar. El mismo recorrido, la misma eternidad. El tiempo era asesinado, apuñalado en su lento caminar. Cada paso era un enigma. Cada paso una verdad.
Pero, ¡es tan divertido!, yo quiero siempre jugar, con mi caracol asesino, con mi juguete de metal.
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