Despedida de la Maga

Despedida de la Maga

Sobre "Devenires Prosaicos":

Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!


miércoles, 19 de febrero de 2014

El fantasma de los salados


Andrés miró el cielo del Retiro. Le pareció demasiado limpio, cargado de nada, como su vida. Aquel inmenso azul le provocaba un poco de temor, siempre le había temido a lo que no podía abarcar totalmente. Escupió en el suelo. Llevaba sólo unos días en el pueblo, pero para él bien podía ser toda una eternidad. ¿Qué más se podía hacer en este pueblo más que mirar el cielo? Lo único bueno eran las arepas rellenas de carne que servían en el parque y el olor a madera seca que se respiraba los viernes al atardecer. De resto nada. Poca música, pocos lugares para conocer chicas y sobre todo mucho silencio. Demasiado silencio. Bien podría considerarse una droga, una que les gustaba a ancianas y jubilados que se sentaban todas las tardes en el parque a jugar cartas, a hablar sobre lo lindos que eran sus nietos y a recordar la belleza y la gracia del ayer.  En definitiva esto apestaba. Apestaba a viejo, a ruinas, a telarañas. A una puerta de madera corroída que no se abriría más.

Una palmada en la espalda interrumpió sus pensamientos. Era su amigo Esteban.

-    Vos siempre en tu mundo guevón. Un día de estos te va a cagar una paloma gigante y solo te darás cuenta al tercer día, cuando ya no podas soportar el olor. 

Andrés sonrió brevemente. Habían quedado de encontrarse en el parque, cerca de la estatua del bigotón de Santander. Esteban era el único amigo que había logrado hacer en los pocos meses que llevaba en el lugar. Solían encontrarse para jugar futbol, hablar de mujeres y tomarse una cerveza en el parque por la noche. Esteban trabajaba en una de las carnicerías del pueblo. Lo que permitía que de vez en cuando sacar la carne que no se vendía el fin de semana y hacer un pequeño asado en casa de Andrés. Entonces se ponían a criticar al alcalde de turno, a hablar del culo de Sofía y a fumarse uno que otro cigarro en el jardín.

Pero Esteban tenía otro talento más. Era un excelente contador de historias. Se conocía la historia del pueblo y de casi todas las familias y habitantes. Conocía pequeñas leyendas fantásticas de todo tipo mantenidas por campesinos, trabajadores de carpinterías y arrieros que circundaban el lugar. A Andrés le gustaba escucharlo y reírse de sus ocurrencias, a pesar de que Esteban juraba una y otra vez, que sus historias eran ciertas. Efectivamente, aquella tarde, el joven carnicero le dijo que tenía algo que contarle y Andrés se preparó, porque sabía lo que vendría: una sucesión de incoherencias y relatos orales mezclados, que poco tenían de verosímil, bastante alejados de la realidad.

-    Te lo digo en serio parce, vos no te imaginas- Dijo haciendo un preámbulo y agitando sus manos -Yo lo vi, el otro día que pasaba. Era una luz brillante. Fue increíble.
-    ¿Qué te paso?- dijo Andrés riendo- ¿se te perdió una linterna debajo de los pantalones o qué?
-    Parce, en serio, yo creía que era una historia hasta hace un mes- dijo poniendo la cara pálida- pero es más que una leyenda, es algo que está allí titilando, parpadeando un poco…
-    ¿De qué demonios hablas?-   le pregunto Andrés.
-    Del fantasma de los Salados. Aparece en la represa, una vez al mes, precisamente cuando estamos en cuarto menguante
-    No me jodas Esteban, volvete serio
-    te lo digo en serio pana, ¿vos por qué no me crees? Es un alma en pena, luminosa, errante. Parece ser el fantasma de un joven que murió ahogado hace mucho en la represa. Algunos dicen que fue un suicidio por una pena amorosa, otros más arriesgados dicen que fue asesinado por una deuda que no pudo pagar
-    ¿Qué clase de deuda?- pregunto Andrés curioso.
-    De esas que sólo pueden pagarse con la muerte- dijo Esteban en tono siniestro y abriendo los ojos.
-    No me jodas guevón, veni mejor acompáñame a hacer una vuelta que tengo que hacer. 

Andrés se paró de la banca donde estaba sentado. Se fueron caminando a hacer varias diligencias. El resto de la tarde no se habló más del tema. Las conversaciones pasaron a temas más mundanos, como los tres goles que le había hecho Duque recientemente a los del equipo rojo o algunos problemas de la carnicería. Luego cuando caía la tarde y la luna empezó a asomarse en las montañas,  Esteban decidió retomar el tema.

-    Mañana. Mañana es cuarto menguante. Entonces aparecerá el fantasma de los salados

 Andrés suspiro.

-    Vos lo que tenes es un tornillo zafado en la cabeza. Necesitas urgente reparaciones
-     Hagamos una apuesta- dijo Esteban algo emocionado -50 de mil, si mañana aparece el fantasma vos me pagas, sino yo te pago a vos.

A Andrés le sonó interesante la cuestión de ganarse ese dinero tan fácilmente. Pero decidió no tomar una decisión apresurada.

-    ¿Qué?- Dijo Esteban burlón. -No me digas que el gran Andrés le tiene miedo a un fantasmita.
-    No me jodas. Es obvio que la única forma de probarlo es que mañana ambos vayamos a la represa. Es una pérdida de tiempo
-    Que poco espíritu de aventura tenes vos home
-    Lo pensare. Ahora debo volver a casa. Nos vemos- dijo Andrés alzando la mano en forma de despedida.

Luego caminó unos pasos rumbo a su casa. Pensó en el fantasma y la represa, en cierto deseo de descubrir algún misterio o verdad oculta. Pensó que tal vez no estaba tan mal, además sería una buena forma de salir de la horrible rutina en que estaba sumergido.

-    ¡Esteban!- grito sin girar su cabeza- Sí. Acepto la apuesta. Nos vemos mañana a las 6 en Pempenao, de ahí salimos juntos a la Represa.
-    No te vas a arrepentir- dijo Esteban sonriendo

Así culmino su despedida. Andrés se fue a su casa y pasó el resto de la noche pensando en fantasmas que no aparecen, en lluvias que no paran y en ese horrible azul que se extiende como el cielo en cada uno de sus sueños. Al otro día se encontraron a las seis en Pempenao, una pequeña unidad de casas en las afueras del pueblo. Esteban llevaba una mochila. Andrés le pregunto que llevaba allí. Esteban hablo de un equipo para cazar fantasmas. En el morral había una linterna, un libro sobre fantasmas, unos sandwiches, un crucifijo y un poco de agua bendita.

-    Este guevón. Son fantasmas, no vampiros- dijo Andrés resoplando.
-    Nunca está de más- dijo Esteban fingiendo seriedad.

Andrés se rio pero decidió no interpelarle más sobre el asunto. Así que emprendieron juntos la marcha. Se fueron todo el camino hablando, contando uno que otro chiste y Esteban cantó una canción pegajosa que estaba de moda en la radio y que hablaba de un amor, que era tan profundo como una perla en el mar. “Naufrago por ti, me hundo por ti, por tu perla, tu perla de mar turututu” Los vehículos pasaban y desaparecían rápidamente a través de la carretera y Andrés pensó que tal vez, el fantasma había sido alguna de esas luces de los carros, titilantes y perdidas.

Luego de una larga caminata llegaron a la represa, la cual a esa hora aún estaba llena de algunas familias pasando sus últimos momentos de descanso y algunas parejas de novios que se recostaban a darse besos y hacer la siesta abrazados. Esperaron a que todos se fueran y se escondieron detrás de unos arbustos para no ser molestados por guardabosques o guardias. Luego salieron y se pararon al frente de la represa. Esteban estaba muy emocionado. Andrés empezaba a pensar que había sido mala idea y que tal vez hubiera sido mejor quedarse en su casa, recostado en su cama, mirando alguna serie de Warner o algún sórdido reality de la tv.

La represa se extendía orgullosa a través de las montañas y era fuente de energía para la ciudad. Estaba rodeada de muchos pinos y arbustos. Al fondo lejos, se veían las lujosas casas de algunos empresarios, jefes de la industria y políticos que gustaban de tener amplias edificaciones y una vista de un paisaje en su ventana al amanecer. Alrededor de la represa, solo podían encontrarse sapos e insectos, felices de la cercanía del agua y de tener algo para comer. Pasó una hora y el único sonido que se escuchaba era el que hacían algunas luciérnagas, que titilaban en el lugar.

-    Lo único que hay en este sitio son luciérnagas- dijo Andrés aburrido
-    Pues no es tan malo
-    ¿Ah no?
-    Si. Ellas tienen derecho a tener su propia fiesta caliente. Mira esas dos que están copulando
-    Vos si hablas pendejadas. Esteban, de verdad a veces tenes que bajar un poco la…
-    ¡Silencio!- interrumpió Esteban -Escucho algo

Se hizo un corto silencio. Pero fue en vano. No se volvió a escuchar ningún otro ruido. Excepto el de un sapo que parecía haber atrapado una mosca y saboreaba el manjar.

-    Vámonos ya a casa. El fantasma claramente no existe
-    Una hora más
-    Esteban…
-    No me jodas- dijo serio de repente- El fantasma va a aparecer en cualquier momento y te vas a tener que tragar tus palabras

Pero la espera fue vana, pues el fantasma nunca apareció. Esteban intento animar la noche contando algunas anécdotas de la carnicería y comparando los goles de Messi con los de Ronaldo. También conto algunos chistes de curas pervertidos y pastusos intentando colocar un foco. Andrés escuchaba, se reía, al final había decidido disfrutar el momento en la represa. La noche siguió su ritmo lento y a medida que pasaban los minutos, el frío y el sueño empezó a hacer mella en su voluntad. Finalmente cansados, decidieron volver a casa.

Esteban caminaba triste y decepcionado. Andrés no quiso interpelarlo, sabía que en estos momentos debía sentirse como un completo idiota. Pero pensó que tal vez con esta lección escarmentaría y dejaría de creer en los relatos de viejas y arrieros supersticiosos, que como no les pasa nada interesante en sus vidas, creían en aquellas historias absurdas. Luego de caminar un trecho largo del camino. Esteban al fin se decidió a hablar:

-    Es inútil. Fue inútil todo.
-    No fue inútil, la pasamos bien hombre- dijo Andrés intentando consolarlo.
-    No. Porque no viste la luz.
-    ¿El fantasma?

No respondió. Siguieron caminando pero el camino se me empezó a hacer más largo de lo normal. Los vehículos habían dejado de pasar y se percibían pocas luces. Los arboles parecían calcarse unos a otros a medida que avanzaban. Las mismas casas y fincas se veían una y otra vez. ¿Qué estaba pasando? Era una sensación extraña. Andrés sintió que le empezaba a doler un poco la cabeza. No recordaba haber consumido alguna clase de alucinógeno. Desesperado siguió caminando buscando encontrar un elemento de quiebre en el paisaje, pero solo se encontró con el mismo vacío que conformaba el horizonte, que lo rodeaba de oscuridad.

Andrés le dijo a Esteban, que algo raro pasaba pues sentía que hace rato que no avanzaban del mismo lugar. Esteban de nuevo no respondió. Andrés se acercó y lo zarandeo, le dijo que le respondiera, que dejara la bobada.

-    Tenes que ver la luz Andrés. Tenes que verla

Lo soltó. Aquella situación lo tenía confundido.

-    Sólo espuma, Andrés, espuma que se diluye en el agua

Dio por hecho que se había vuelto loco. Sólo quería regresar a casa para acostarse y olvidar este asunto que estaba dejando de ser una simple apuesta de amigos a ser una apuesta de ángeles y demonios, por el absurdo y lo irreal.

Andrés empezó a correr. Pero nuevamente sintió que no avanzaba. Esteban le seguía detrás en silencio, como un zombie o una sombra. Sólo árboles y árboles y el crepitar de las luciérnagas. Esteban volvió a cantar la canción del inicio, pero esta vez no sonó tan bien. Aunque la letra era la misma, la melodía había cambiado. Era oscura, siniestra.

-    Naufrago por ti, me hundo por ti, por tu perla, tu perla de mar turututu

Pensó en detener algún carro, pero ninguno pasaba. De nuevo corrió y corrió, pero la melodía lo perseguía a donde quiera que estuviese. Al final del recorrido constato una terrible verdad. De alguna forma había regresado a la represa. No entendía nada. Su mente se nubló. ¿También estaría volviéndose loco?

-    Naufrago por ti, me hundo por ti, por tu perla, tu perla de mar turututu- se escuchó detrás.

Andrés le gritó a Esteban que se alejara. Pero Esteban no obedeció.

-    Naufrago por ti, me hundo por ti, por tu perla, tu perla de mar turututu

No había nadie. Al menos Andrés no veía a nadie más que a su amigo, los sapos y luciérnagas. Andrés empezó a pedir ayuda a gritos. Nadie le escucho. Esteban seguía atrás.

-    ¿Ya encontraste tu perla mi amigo?
-    Que no lo ves maricón- dijo Andrés furioso- ¿Por qué mierdas volvimos a este lugar?
-    Porque es EL lugar- dijo Esteban suspirando- pronto lo entenderás
-    Vos sos el fantasma- dijo Andrés alarmado

El joven carnicero se rio como si le hubieran contado un gran chiste.

-    Eres un tonto, mi amigo, un pequeño tonto. Fantasma es solo una categoría más, una palabra, un calificativo vacío. Dime tú, ¿se puede nombrar algo que no es? ¿Algo que se esfuma con el viento? Algo que no puedes palpar, que no puedes sentir, que sólo está rodeado por un abismo de silencio. No. Me temo que no- dijo Esteban abriendo los ojos de par en par.
-    Es algún tipo de broma esto ¿verdad?

Esteban no respondió, solo alzo su brazo y lo acerco hacia Andrés.

-    ¡Aléjate de mí!- le grito.

Luego intento irse hacia atrás, pero choco con una piedra que hizo que tambaleara y se cayera. Esteban sólo le sonrió y lo miro con conmiseración. Luego se sentó en una roca, cerró los ojos y dijo:

-    Dejare que lo veas tú mismo

En ese preciso momento una luz parpadeante y fulgurosa se extendió por el horizonte de visión.  Andrés quedo cegado, quiso gritar. ¿Era esa la luz de que hablaba Esteban? ¿Esa luz que parecía ser parte de la peor de las pesadillas? Andrés abrió los ojos, quiso ver a través de la luz, comprender qué clase de ente se escondía detrás de la muralla resplandeciente. Pronto empezó a reconocer dos figuras, dos personas, ¿eran realmente personas? Si lo eran. Vestidos de negro, tal vez fueran dos ángeles que venían por el fantasma, que vendrían a castigar a aquellos visitantes atrevidos. Luego vio bien. Eran dos guardias con una linterna.

-    ¿Hay alguien allí?- gritaban

 Silencio. Decidió responder.

-    Estoy aquí, por favor, ayúdenme
-     ¿Hay alguien allí?- volvieron a preguntar.
-    Estoy aquí- Grito Andrés- Aquiiiii, por favor…

Pero los guardias no le escuchaban, siguieron caminando, como si no estuviera allí.

-    Ya lo viste- interrumpió Esteban -Supongo que ahora me crees.
-    ¡Explícamelo!
-    Dime, Andrés, ¿no te da pavor mirar al cielo?, ¿Por qué sigues soñando con ese terrible azul profundo?
-    Como sabes…
-    Lo que ves no es el cielo, es el agua de esta represa
-    ¿el agua?
-    Si, el agua en que moriste ahogado
-    ¿De qué mierda hablas?
-    Morimos aquí Andrés, vos y yo, hace cincuenta años. Nosotros somos los fantasmas
-    ¡Mentira!- dijo temblando- yo tengo una vida, yo antes estaba en la ciudad y…
-    ¿Qué recuerdas de tu vida en la ciudad?- dijo Esteban calmado

Andrés intento pensar, pero por más de que lo intentaba, no lograba dar con ningún recuerdo.

-    Tú y yo nos criamos y vivimos en este pueblo que ahora aborreces, has formado una vida paralela, la vida que te hubiera gustado tener. Cuando éramos amigos siempre soñabas con ir a trabajar en la ciudad y construir una nueva vida. Pero esto es lo que hay…- dijo y se paró.
Andrés se arrodillo en el piso y se puso a llorar.
-    ¿Cómo pude haber muerto? Dímelo Esteban, ¿Qué nos pasó?
-    No creo que tenga que decírtelo, vos ya lo sabes, lo que tenes es que aceptarlo

Andrés intento recordar, pero todo se le hizo muy confuso. Solo había bruma. Recordó palabras, luces, miradas, una mujer. También recordó una tarde en que ambos amigos habían llegado a la represa. Habían alquilado una pequeña barca y habían nadado hasta el centro. Habían bromeado, molestado, reído. Hasta que salió a colación el tema de una mujer. Se dieron cuenta de que les gustaba la misma. Se dieron cuenta que ambos habían intentado seducirla. Se dieron cuenta que ambos la habían besado. Se dieron cuenta que ambos la habían tocado, que ambos soñaban con su cuerpo esbelto y sus labios carmesíes. Ahora no había nada, ambos eran víctimas de la misma mascarada, de la misma engañosa promesa de amor. Andrés se levantó furioso y golpeo a su amigo, la barca empezó a tambalearse, a iniciar un baile de muerte y dolor. La pelea se encarnizo y ambos amigos se golpearon sin poder controlarse. La barca se volteó.

Fue demasiado tarde. Andrés recordó que su amigo no sabía nadar. Intento buscarlo pero él no salía. Intento sumergirse una y otra vez. Buscarlo, encontrarlo en medio de aquel inmenso azul vacío. Pero no había nada. Esa nada que aborrecía y que desde entonces siempre odio. Se volvió a sumergir otra vez. Hasta que en su desespero cuando estaba en el fondo, su pie quedo engarzado con algo. Aún hoy se preguntaba que había sido. Si un alga, un alambre o algún extraño ser. Pero no había podido volver a salir. Ni volver a respirar. Poco a poco cerró los ojos y no los volvió a abrir más. Desde entonces aquel inmenso azul le seguía persiguiendo en visiones, sueños y delirios. Moría una y otra vez, en el azul inconmensurable, que abarca mil y un silencios, que ahoga el amanecer.

Andrés seguía llorando. Tomar consciencia de la situación lo había anonadado. Las palabras ya no le salían de su boca. Le costaba decir algo. Pero hizo un enorme esfuerzo y dijo:

-    ¿Algún día podrás perdonarme?

Esteban solo sonrió, le puso la mano en la espalda y le dijo:

-    Solo sé que me debes cincuenta mil pesos.

viernes, 10 de enero de 2014

Echoes





Overhead the albatross hangs motionless upon the air
And deep beneath the rolling waves in labyrinths of coral caves
The echo of a distant tide
Comes willowing across the sand
And everything is green and submarine

And no one showed us to the land
And no one knows the where's or why's
But something stirs and something tries
And starts to climb towards the light

Strangers passing in the street
By chance two separate glances meet
And I am you and what I see is me
And do I take you by the hand
And lead you through the land
And help me understand the best I can
And no one calls us to move on
And no one forces down our eyes
No one speaks
And no one tries
No one flies around the sun

Cloudless every day you fall upon my waking eyes
Inviting and inciting me to rise
And through the window in the wall
Come streaming in on sunlight wings
A million bright ambassadors of morning

And no one sings me lullabies
And no one makes me close my eyes
So I throw the windows wide
And call to you across the sky.

Elegia Innombrable




I  

Lamentamos informar la muerte del "yo"
Querido y parasitario amigo,
que hoy nos abandona

En medio de un orgasmo crepuscular.

 

II.

Fue un gran amigo,
fue un gran amante.
Se comió una que otra puta,
se embriagó   
al final anduvo errante.

Perdido en un mundo
Que no le comprendía ya.

Se miró al espejo.
Se dio cuenta de algo.
Solo era una fantasía,
una invención sin rastro.


Deprimido y abrumado,
tomó la glock negra
Un solo disparo
La sangre regada
El olvido y el adiós

 

III.

¡Ay de aquellos impávidos!
¡Escatología al servicio de la ideología!
Nosotros somos adeptos de Dionisio
La vida y la mentira.
Somos fuego y deseo.
Llama y pasión.
Servimos el caos, el fuego y la acción.
Acción poética, acción del lenguaje
Fluido de esperma, del impetuoso significante.

 
IV.

 
En honor al muerto:
Tequila, Vodka, Guaro y Fernet
Para pasar las penas
Para crear otra vez.

 
V.

 
Somos esperma de la parca
Que se riega por el lenguaje.
Que sacude, destruye y desborda
Que juega a catapis con los ojos y las vísceras
Del hombre y su linaje.

 

VI.

No creemos en sujetos o en líderes
no remplazamos dioses con otros
la poesía es nuestra Vid
nuestro ultimo refugio.

 

VII.
 
Dejad que las PUTAS vengan a mí

 

VIII.

Creemos en el devenir,
que actúa con fuerza en Latinoamérica.
Nosotros…innombrables…
devenimos sátiros, devenimos truenos,

Devenimos alcohólicos, devenimos cuervos.
De esos que un día te sacan los ojos
y te asfixian con sus letras,  sus alas, su verdad

 

IX.

No tenemos patria,
no adoramos territorios.
Nos desterritorializamos,
somos exiliados,
extranjeros y navegantes perdidos
en esta construcción del lenguaje,
llamada realidad.


X.

Preferimos subir el monte de Venus que el Sinaí.
Encontramos mayor grandeza en Eros y el deseo
Que en jehová y su arlequín.

 

XI.

 
Preferimos pescar significantes,
en el abismo del octavo circulo infernal.
Donde encontremos, aquello innombrable,
aquello que no se puede nombrar.



XII.

Hemos dejado nuestros nombres
perdidos en medio de la bruma urbana

de un fuego que ya se extinguió.
Llevamos nuestros delirios a las letras,
nuestras pasiones a la unión incestuosa
del bolígrafo y el papel.


XIV.

Creamos explosiones,
que sacudan monumentos.
Pues no seguimos templos,
no seguimos refinamientos.

XV.

Estamos ciegos ante la estupidez
y el absurdo del sentido común.
Preferimos percibir el caos,
limpio, múltiple y su oscura luz.

XVI.

¡Paz en su tumba!
Se agitan los gallinazos
¡paz en su tumba!
Celebran los gusanos
¡paz en su tumba!
¡Requiem Stupiditas!
¡Por siempre! ¡Amén!

 

 

domingo, 5 de enero de 2014

Melancolía



 
Cuando fue           
                    
Cuando no fue

Que pise aquel río
Río turbulento
Donde la corriente transporta
Hojas secas, abrazos y nenúfares
Y unos cuantos silencios

Cuando fue
                    Cuando no fue
Que inició este viaje
Que aún no termina
Un ferrocarril sin rumbo
Que anda por tierras inhóspitas
Por desiertos, montañas y valles
Y en la estación del sur germina

Cuando fue
                    Cuando no fue
Que mire aquel rostro dormido
Que suplicaba una despedida
Con bombos, fuegos y el suave tacto
Del beso de un niño

Cuando fue
                    Cuando no fue
Que acumule en un cajón
Tantas cartas y papeles olvidados
Que en cada letra, en cada palabra
Cargan una historia
Un sentimiento de otrora
El carmesí tinte de tus dulces labios.
Cuando fue
                    Cuando no fue
Que hicimos ese juramento
Sobre el viejo puente amarillo
Ante al altar de las viejas deidades
Juramos cortar los brazos de Eros
Y derramar su sangre emplumada
En un cáliz dorado
De imperturbable brillo.

Cuando fue
                    Cuando no fue
Que el niño corrió por el parque
De las palomas blancas
Donde el helado valía quinientos
El amigo un balón de futbol
Y un abrazo una sonrisa
Una tierna mirada

Cuando fue
                     Cuando no fue
Que un poeta caminaba por Corrientes
Invadido por las luces estridentes
de teatros, carros y pizzerías
En busca de un rostro
unos pasos perdidos
De un gorrión, una cacatúa verde
Que hace rato había emprendido vuelo
Al norte lejos
A las tierras del olvido

Cuando fue 
                     Cuando no fue
Que creí que todo era posible
Me sorprendía con el rugido de un león
o un volcán en llamas
León que recorría los senderos
Del último cuento de hadas
Que fue contado antes de dormir
Por la seductora voz
De mi hermana
Etérea Sherezada

Cuando fue
                       Cuando no fue
Que pase a llamarme Daniel
Si antes era el trece, el caballero
El mago Ervelin y su roce mágico
Que se escondía detrás de los arboles
Tenía una palabra de poder
 Cuando fue
                      Cuando no fue
Que decidí asomarme a la ventana
Mirar hacia atrás
Perderme en el delirio del pasado
Recolectar el polvo y las cenizas
De lo que fue y nunca será

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lo Eterno Femenino




 Ahora que se acerca la sexta edición de la revista innombrable que versa sobre “Lo eterno femenino” considero que es más que pertinente hacer una pequeña reflexión respecto a lo que ha significado para mí lo “femenino”, lo “otro”, aquello que es “ella” y no “él”. Aclaro desde ya que pienso a la mujer no como un objeto, sino como un sujeto autónomo con sus propios deseos, miedos, sueños y frustraciones. Aclaro también que no he creído nunca en las dualidades ni en los códigos binarios (masculino-femenino, bien-mal, orden-caos) que nos han intentado imponer para encasillarnos, clasificarnos y crear una taxonomía que nos decodifique y nos controla lentamente, nuestra propia pluralidad. De alguna forma todo hombre tiene algo de femenino y toda mujer algo de masculino, que no obedece a porcentajes o a clasificaciones, sino al propio transcurso histórico del sujeto sumergido en su entorno social y cultural. La sexualidad no se remite simplemente a la diferencia entre una “verga” y una “cuca”, va más allá y tiene que ver con nuestra apropiación del cuerpo, la forma en que se expande y se contrae cada centímetro de nuestra piel, cada pensamiento que anhelamos forjar.

Cuando escribí “La invisibilidad de Muriel” tuve la difícil experiencia de enfrentarme con la fuerza desbordante de lo eterno femenino. Escribir este cuento implicó un devenir femenino que se apoderó de mí y me hizo perder parte de esa subjetividad masculina que ésta tan fuertemente arraigada en muchos de los hombres. Ello me llevo a entrar en un laberinto de enormes proporciones. En este camino me guie a través de voces, de textos y sensaciones corporales que me permitieron quitar algunos arbustos y abismos que me imposibilitaban avanzar. Agradezco tener maravillosas amigas de las que he obtenido valiosas enseñanzas: Una que tiene ojos mariposados y vuela a través de bosques discursivos y fragmentos de colores, una que viaja en una pequeña cabina del tiempo de Londres a Buenos Aires, otra que es una luchadora solitaria que busca un país mejor, en medio de hombres de corbata e hipocresía general. También he tenido amores de los que he aprendido también, no puedo dejar de reconocerlo –de los cuales no hablaré para no profundizar ya mucho en mi propia subjetividad-. En el fondo la conversación, el dialogo ha sido la principal herramienta de aprendizaje, más para alguien que se esconde tras una pared o muro de cangrejo, de frio, aunque deficiente metal.

Pero volviendo al cuento, con él quería hacer más que una apología al arte o a los placeres dionisiacos de la invisibilidad, lo que quería era adentrarme directamente en lo femenino, literalmente ser mujer. Al igual que Oliverio Girondo he pensado que aquel hombre que nunca ha sido mujer, que nunca ha dejado salir un poco de su parte propiamente “femenina” es un ser incompleto (como pensó alguna vez Aristofanes en el banquete) y en un artista es signo de mediocridad y de poco entendimiento del mundo y sus misterios. Aunque es verdad que un cuento es abierto y está disponible a todo tipo de recorridos y trayectos, parte de lo que quería era que todos reviviéramos un poco de ese “femenino” que habita en nosotros. Que una pequeña Muriel bailara desnuda en el centro de nuestra mente, burlándose de algunos de nuestros propios prejuicios “racionales” y nuestra perdida percepción de nuestro cuerpo, que se multiplica en el espejo que Muriel rompe en pedazos cuando lanza una botella al cristal.

Ahora bien, algunos me pedirán que defina lo femenino, que dé cuenta del conocimiento que tuve a través de esta experiencia, que de mi opinión de lo que es una mujer. Inevitablemente me reiré. Tal conocimiento no existe. Yo sólo inicié un trayecto y me deje llevar, sin pensarlo, sin racionalizarlo, sin teorizar acerca de lo que sentía. Si lo hubiera racionalizado no hubiera funcionado. Utilizaría de nuevo esas terribles categorías para clasificar, conceptualizar y organizar. Pienso que no se puede sacar un significado “denotativo” de lo femenino. No hay definición de diccionario, no hay un significante absoluto que se acerque remotamente a definirla. Parte del encanto, la atracción y la seducción tiene que ver precisamente con este misterio de la otredad que cada día puede traernos nuevas sensaciones y aleteos. No obstante me atreveré a decir, quizás arriesgadamente, que no podría vivir sin la poesía, la magia, la belleza, la ternura, lo fortuito, los deseos y los sueños que me inspiran muchas de ustedes, queridas mujeres. Sólo ha bastado una sonrisa de una de ustedes para inspirar la creación de un poema, un cuento o una canción. Sus ojos, sus besos, sus palabras han vivido en mi mente, divagando, explotando y también convirtiéndose algunas veces en terribles cadenas de melancolía o dolor. Su cuerpo ha sido para mi visión de dicha, portal de sensaciones, exploración de montañas y acantilados, locomotora de deseo, auge y caída de mi subjetividad.

Algunas veces no entiendo por qué algunas mujeres se avergüenzan de su cuerpo, como ciertas pseudo feministas que leí sorprendido la otra vez en face arguyendo una constante “cosificación” porque se exhibían fotografías eróticas de atractivas mujeres leyendo libros. Como si el cuerpo no fuera objeto de grandes obras de arte, de grandes historias, de placeres y sueños embriagadores. Como si el cuerpo no fuera parte de ustedes mismas sino una creación de la masculinidad, ¿o acaso son como Muriel que se miran al espejo y ven un monstruo, un ser aracnico o crepuscular? Si me preguntan qué opino del feminismo radical o del machismo, diré que el asunto de los “ismos” no me va mucho, porque me cierra a una sola percepción de la realidad. Diré sólo que creo en la igualdad, la conversación y el dialogo. En el respeto y la igualdad de derechos para ambos sexos. Creo en la libertad de explorar con nuestros cuerpos sin temor de prejuiciosos anticuados o el qué dirán. Aborrezco a un hombre que le pega a una mujer, porque además del daño ocasionado es un hombre que ha optado por la salida del cobarde. Sin embargo, hoy por hoy, ustedes tienen más poder del que se imaginan, luchen (luchemos, ¿porque no?) por el cambio que haga falta, pero por cambios necesarios de mentalidad y no arrogancias ni prepotencias que busquen abolir el encanto de lo femenino, de ese ser único y especial que ustedes mismas han construido.

El arte vive y se alimenta de lo femenino, se sumerge en ello, se alimenta de ello, se embriaga de ello. Sin lo femenino el arte no sería arte y una humanidad necesitada de lo plural, de la diferencia, colapsaría inevitablemente. Mujeres que danzan, mujeres que cantan. Mujeres que leen, mujeres que dirigen. Mujeres que escapan, mujeres sin prisa. Mujeres que vuelan, mujeres que les gusta la tierra. Mujeres calladas, mujeres parlantes. Mujeres vestidas, mujeres desnudas. Mujeres que besan, mujeres que hacen el amor. Mujeres caminantes, mujeres sin rumbo. Mujeres que pintan cada nuevo día con su presencia, con su voz.  Mujeres que son inmortales en un cuadro, en un libro o una canción. Mujeres que a su vez inmortalizan sus experiencias estéticas pintando, escribiendo, cantando su delirio, su pasión. Mujeres que son torrente que desborda, que son barco y naufragio, que son cultivadoras del acontecer. Ser mujer, no ser mujer, parir mujer, nacer mujer, morir mujer. Y quizás al final, el misterio de un rostro, que aún no consigo del todo develar…

lunes, 25 de noviembre de 2013

Vientos de Decepción



La decepción nace en una bifurcación
Un camino cruzado
Vos optas por el sendero bajo
Yo por el camino alto

Nos fuimos alejando
agonía silenciosa
tu rostro desencajado
tu vuelo lento
Decepción en movimiento
Decepción de mariposa

La decepción nace en una bifurcación
Entre dos discursos antagónicos
Desgastadas y absurdas
Tus palabras suben como espuma
espuma de cerveza caliente
Que se toma bajo la lluvia


Me decepcionan tus lecturas agrestes
Tu hilo de Ariadna desenredado
Me decepcionan tus ausencias
tus manos
tu cuerpo sin fragua

La decepción nace en una bifurcación
Entre orden y caos
Todo se desparrama a tu alrededor
Es la esquizofrenia que cabalga
Por tus huesos
Por tu canto

Me decepciona este crepúsculo
Sin colores
Sin un poco de ruido
Me decepciona esa canción que no suena
Que habla de amores lejanos
Y del dulce olvido

La decepción nace en una bifurcación
De una carta intempestiva
Que habla de ti y de mí
Y que no dice nada
Riachuelos de palabras
Que se escabullen por las alcantarillas
De mi urbe gris

Me decepciona el sueño
La ilusión es un peligro
Una sirena que canta y atrae
A las rocas y el abismo.

La decepción nace una bifurcación
Entre insectos y pájaros silvestres
Que vil insecto es éste
Que se come todo a su alrededor
Que deja semillas en mi rostro repugnado
Que no puede evitar voltear la mirada
Alimentar con gusanos…

La desilusión


Me decepciona no poder escapar
la enfermedad mundana
Me decepciona que “volver”
sea una palabra escrita con fuego
Y no con la el dulce de tus labios emplumados
Tus ojos de cristal.

La decepción nace en una bifurcación
Entre los demás y mi crédula figura
Me decepcionan los otros
Y la máscara que no se quita

Qué difícil es seguir los disfraces
En un carnaval de rosas blancas
Que no son blancas por esencia pura
Son blancas por la decepción
Que se alimenta de todo brillo
De las canciones
los besos
y las memorias