Despedida de la Maga

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Sobre "Devenires Prosaicos":

Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!


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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lo Eterno Femenino




 Ahora que se acerca la sexta edición de la revista innombrable que versa sobre “Lo eterno femenino” considero que es más que pertinente hacer una pequeña reflexión respecto a lo que ha significado para mí lo “femenino”, lo “otro”, aquello que es “ella” y no “él”. Aclaro desde ya que pienso a la mujer no como un objeto, sino como un sujeto autónomo con sus propios deseos, miedos, sueños y frustraciones. Aclaro también que no he creído nunca en las dualidades ni en los códigos binarios (masculino-femenino, bien-mal, orden-caos) que nos han intentado imponer para encasillarnos, clasificarnos y crear una taxonomía que nos decodifique y nos controla lentamente, nuestra propia pluralidad. De alguna forma todo hombre tiene algo de femenino y toda mujer algo de masculino, que no obedece a porcentajes o a clasificaciones, sino al propio transcurso histórico del sujeto sumergido en su entorno social y cultural. La sexualidad no se remite simplemente a la diferencia entre una “verga” y una “cuca”, va más allá y tiene que ver con nuestra apropiación del cuerpo, la forma en que se expande y se contrae cada centímetro de nuestra piel, cada pensamiento que anhelamos forjar.

Cuando escribí “La invisibilidad de Muriel” tuve la difícil experiencia de enfrentarme con la fuerza desbordante de lo eterno femenino. Escribir este cuento implicó un devenir femenino que se apoderó de mí y me hizo perder parte de esa subjetividad masculina que ésta tan fuertemente arraigada en muchos de los hombres. Ello me llevo a entrar en un laberinto de enormes proporciones. En este camino me guie a través de voces, de textos y sensaciones corporales que me permitieron quitar algunos arbustos y abismos que me imposibilitaban avanzar. Agradezco tener maravillosas amigas de las que he obtenido valiosas enseñanzas: Una que tiene ojos mariposados y vuela a través de bosques discursivos y fragmentos de colores, una que viaja en una pequeña cabina del tiempo de Londres a Buenos Aires, otra que es una luchadora solitaria que busca un país mejor, en medio de hombres de corbata e hipocresía general. También he tenido amores de los que he aprendido también, no puedo dejar de reconocerlo –de los cuales no hablaré para no profundizar ya mucho en mi propia subjetividad-. En el fondo la conversación, el dialogo ha sido la principal herramienta de aprendizaje, más para alguien que se esconde tras una pared o muro de cangrejo, de frio, aunque deficiente metal.

Pero volviendo al cuento, con él quería hacer más que una apología al arte o a los placeres dionisiacos de la invisibilidad, lo que quería era adentrarme directamente en lo femenino, literalmente ser mujer. Al igual que Oliverio Girondo he pensado que aquel hombre que nunca ha sido mujer, que nunca ha dejado salir un poco de su parte propiamente “femenina” es un ser incompleto (como pensó alguna vez Aristofanes en el banquete) y en un artista es signo de mediocridad y de poco entendimiento del mundo y sus misterios. Aunque es verdad que un cuento es abierto y está disponible a todo tipo de recorridos y trayectos, parte de lo que quería era que todos reviviéramos un poco de ese “femenino” que habita en nosotros. Que una pequeña Muriel bailara desnuda en el centro de nuestra mente, burlándose de algunos de nuestros propios prejuicios “racionales” y nuestra perdida percepción de nuestro cuerpo, que se multiplica en el espejo que Muriel rompe en pedazos cuando lanza una botella al cristal.

Ahora bien, algunos me pedirán que defina lo femenino, que dé cuenta del conocimiento que tuve a través de esta experiencia, que de mi opinión de lo que es una mujer. Inevitablemente me reiré. Tal conocimiento no existe. Yo sólo inicié un trayecto y me deje llevar, sin pensarlo, sin racionalizarlo, sin teorizar acerca de lo que sentía. Si lo hubiera racionalizado no hubiera funcionado. Utilizaría de nuevo esas terribles categorías para clasificar, conceptualizar y organizar. Pienso que no se puede sacar un significado “denotativo” de lo femenino. No hay definición de diccionario, no hay un significante absoluto que se acerque remotamente a definirla. Parte del encanto, la atracción y la seducción tiene que ver precisamente con este misterio de la otredad que cada día puede traernos nuevas sensaciones y aleteos. No obstante me atreveré a decir, quizás arriesgadamente, que no podría vivir sin la poesía, la magia, la belleza, la ternura, lo fortuito, los deseos y los sueños que me inspiran muchas de ustedes, queridas mujeres. Sólo ha bastado una sonrisa de una de ustedes para inspirar la creación de un poema, un cuento o una canción. Sus ojos, sus besos, sus palabras han vivido en mi mente, divagando, explotando y también convirtiéndose algunas veces en terribles cadenas de melancolía o dolor. Su cuerpo ha sido para mi visión de dicha, portal de sensaciones, exploración de montañas y acantilados, locomotora de deseo, auge y caída de mi subjetividad.

Algunas veces no entiendo por qué algunas mujeres se avergüenzan de su cuerpo, como ciertas pseudo feministas que leí sorprendido la otra vez en face arguyendo una constante “cosificación” porque se exhibían fotografías eróticas de atractivas mujeres leyendo libros. Como si el cuerpo no fuera objeto de grandes obras de arte, de grandes historias, de placeres y sueños embriagadores. Como si el cuerpo no fuera parte de ustedes mismas sino una creación de la masculinidad, ¿o acaso son como Muriel que se miran al espejo y ven un monstruo, un ser aracnico o crepuscular? Si me preguntan qué opino del feminismo radical o del machismo, diré que el asunto de los “ismos” no me va mucho, porque me cierra a una sola percepción de la realidad. Diré sólo que creo en la igualdad, la conversación y el dialogo. En el respeto y la igualdad de derechos para ambos sexos. Creo en la libertad de explorar con nuestros cuerpos sin temor de prejuiciosos anticuados o el qué dirán. Aborrezco a un hombre que le pega a una mujer, porque además del daño ocasionado es un hombre que ha optado por la salida del cobarde. Sin embargo, hoy por hoy, ustedes tienen más poder del que se imaginan, luchen (luchemos, ¿porque no?) por el cambio que haga falta, pero por cambios necesarios de mentalidad y no arrogancias ni prepotencias que busquen abolir el encanto de lo femenino, de ese ser único y especial que ustedes mismas han construido.

El arte vive y se alimenta de lo femenino, se sumerge en ello, se alimenta de ello, se embriaga de ello. Sin lo femenino el arte no sería arte y una humanidad necesitada de lo plural, de la diferencia, colapsaría inevitablemente. Mujeres que danzan, mujeres que cantan. Mujeres que leen, mujeres que dirigen. Mujeres que escapan, mujeres sin prisa. Mujeres que vuelan, mujeres que les gusta la tierra. Mujeres calladas, mujeres parlantes. Mujeres vestidas, mujeres desnudas. Mujeres que besan, mujeres que hacen el amor. Mujeres caminantes, mujeres sin rumbo. Mujeres que pintan cada nuevo día con su presencia, con su voz.  Mujeres que son inmortales en un cuadro, en un libro o una canción. Mujeres que a su vez inmortalizan sus experiencias estéticas pintando, escribiendo, cantando su delirio, su pasión. Mujeres que son torrente que desborda, que son barco y naufragio, que son cultivadoras del acontecer. Ser mujer, no ser mujer, parir mujer, nacer mujer, morir mujer. Y quizás al final, el misterio de un rostro, que aún no consigo del todo develar…

lunes, 18 de febrero de 2013

Tomar Conciencia Política





Hoy me he propuesto hacer una breve reflexión sobre el presente político y económico de nuestro país. Luego de múltiples experiencias que me han llevado a conocer la forma en que funciona los sistemas de poder en el resto del mundo, hay algunas cosas que se han abierto y que inquietan hoy mi mente. Lo primero es que te sientas en un parque en cualquier ciudad o pueblo, o sales a recorrer las carreteras colombianas, ¿y qué es lo primero que vez? ¿Violencia? No, por supuesto que no. Nada más falso que aquel mito que han grabado en nuestras mentes de que por nuestra trágica historia de guerras, masacres y asesinatos somos una cultura por naturaleza violenta. No existe tal cosa como un gen “violento”. Hay azares e incidencias de la cultura que son definitivos.

Pero no es ese el motivo de mi reflexión, retorno a mi pregunta, ¿Qué es lo primero que se ve, cuando se recorre el país? Si se es buen observador, podemos ver la inmensidad de recursos naturales de todo tipo (agricultura, minería, hídricos, ecosistemas, ganadería, petróleo, etc) que se distribuyen por la vastedad del territorio. Teniendo en cuenta esto, uno se pregunta, ¿Por qué? ¿Por qué si nuestro país es más rico en recursos que otros de Latinoamérica hay un índice de pobreza y desigualdad tan grande? Las respuestas que daría el sentido común y la persona que hay en la calle es simple: se la roban o se la gastan en dar bala. ¿Argumento sencillo verdad? Pero el asunto en realidad es más complejo de lo que el sentido común quiere ver. Intereses monopólicos, enormes multinacionales, abusos por parte de particulares, robos, sobornos y mala administración de los recursos son algunas de las razones que se podrían invocar aquí. Todo esto conectado a nuestros principales empresarios y políticos, que se siguen riendo del país en la cara y nadie parece siquiera gritar con furia: “LA CHIMBA!!!”.

Reflexionar hoy sobre política colombiana se ha vuelto un poco tautológico. Siempre sobresalen los mismos problemas: corrupción, guerra, violencia. En verdad pienso que somos muy conscientes de los problemas que aquejan a nuestro país, pero ignoramos dos cosas, primero la dimensión de estos y segundo la solución definitiva de estos. Nos conformamos con una simple queja en reuniones de señoritas de te, diciendo: “este país nunca va a cambiar” “por eso estamos como estamos” y cierta discursividad que solo conduce al conformismo y la idea errónea de que con una queja ante nuestro grupo de amigos, ya hemos hecho algo. ¡No!, deberíamos de indignarnos, gritarlo a todo el mundo, madrear, hijueputiar si es necesario. El silencio y el conformismo forjados por los medios de comunicación es lo que ha posibilitado que el régimen actual manejado por una élite de derecha siga manteniendo estos altos índices de pobreza, violencia e iniquidad social.

¡Que estupidez pienso!, en verdad pienso como Borges, que ser colombiano es un acto de fe. En un país fragmentado, con tremendas rivalidades culturales, es imposible construir algo parecido a una nación. Por qué a nosotros mismos no nos preocupa lo que pase con esta. No hay un sentimiento de unidad, más bien una individualidad egoísta y adyacente. ¿Cuándo entenderemos que es necesario luchar juntos? Por qué la lucha del salmón solitario contra la corriente está condenada siempre a fracasar. En verdad es cierto que todos pensamos distinto y forjamos una visión distinta de la vida, una relación diferente con el mundo. Pero unificando ideas, por más leves y suaves que sean podemos provocar una bomba, una bomba como lo que pudo ser la ola verde hace unos años, pero que se cayó debido a sus propias contradicciones y peleas internas.

Yo tengo una idea distinta de país, a la que tienen Uribe, Santos y nuestra clase dirigente. La excesiva territorialidad y regionalismo solo ha creado odios y conflictos. Acabar con estas rivalidades de años es primordial para solucionar los problemas del país. No digo que sea una solución definitiva, pero es un buen comienzo, para crear la tolerancia necesaria para poder llegar a la paz. Hoy por hoy me siento desgastado, siento que las mismas discusiones persisten en el ambiente y que todos seguimos siendo esclavos del mismo poder, de ese poder mezquino y traicionero que se sigue poniendo en las más altas esferas del poder. Poder de tipos como Santos, Ordoñez o Uribe y toda la clase política y económica que está detrás de ellos y que utiliza su influencia para que sigan siendo elegidos una y otra vez. Es en verdad la democracia, un sistema con muchas fallas, pero por ahora es lo único que tenemos y los mismos recursos que utiliza el poder para permanecer intocable, son los mismos recursos que podemos utilizar para tumbar ese poder.

Hoy quiero, más que hacer una crítica a los políticos de siempre y señalar sus escándalos (para-política, falsos positivos, corrupción, sobornos y chantaje, atentados, aumento desorbitado de sus sueldos) muchos de ellos conocidos ampliamente por todos; es hace una invitación a que tengamos una mayor consciencia política, que nos preocupemos más por lo que pasa en nuestro país. No caer en el nihilismo y el olvido. Tomar posición. No hay nada de vergonzoso en ello. Somos animales políticos y sea cual sea el sistema en que estemos inscritos, siempre existirá política, porque siempre habrá un ansia del hombre de ser el amo del otro, lo que Hegel llamaba la dialéctica del amo y el esclavo. Negar el instinto y el deseo de poder insertos en todos los seres humanos es un absurdo. Hay que luchar por construir más que un paraíso o una utopía que nunca va a existir (como la plena y absoluta igualdad o el sol anarquista) buscar un mundo que sea posible y que mejore nuestras condiciones de vida (salud, educación, servicios básicos, paz, etc) y de formarnos como una comunidad, en cierto sentido, como una multiplicidad. Se debe utilizar cualquier mecanismo que nos permita llegar a estos objetivos.

Si Uruguay pudo elegir un presidente como Mujica que dona casi todo su sueldo a causas filantrópicas, si en Islandia suspendieron a todos los políticos y banqueros. ¿Por qué Colombia tiene que seguir siendo un imposible en todos los sentidos? ¿Por qué no podemos creer algún día, así sea en un recóndito rincón de nuestro territorio se asentara un poco, de tolerancia, resistencia y bienestar para todos? Quizás sea por ese solo rincón, por ese solo pequeño y diminuto espacio, que debemos seguir luchando. Si no, nos quedaremos enterrados en el pasado y el conformismo nos hará devenir maquinas-autómatas, sin prospecto, sin pensamiento, sin existir. Con una crisis social enorme, un alto indice de miseria y sin un motivo valido para vivir.

Yo no deseo eso, ¿Usted si?

sábado, 27 de octubre de 2012

El ultimo refugio




Hubo un día, hace años ya, que entre a una particular librería. Esta quedaba cerca a la glorieta de la calle Colombia y tenia un enorme mago barbudo en su entrada, que parecía esconder un secreto, pero al mismo tiempo parecía guiñarnos el ojo e invitarnos a entrar. Al principio tuve el temor que se tiene siempre frente a algo nuevo, a algo desconocido. Sentí una suerte de paranoia kafkiana ante lo que podía encontrar al otro lado o quizás pensé como Atreyu cuando cruzo la segunda puerta del oráculo del sur, que corría el riesgo de encontrarme con una parte de mi mismo que no me atrevía a enfrentar. Nada de esto paso, o al menos no de la manera en que lo esperaba. Solo recuerdo de mi primera entrada en Sim Sala Bim, dos cosas que me impactaron hondamente. Lo primero fue desde luego la diversidad de libros cercanos a mis propios gustos de ese entonces, relacionados con el Fantasy y la novela histórica. Lo segundo y más importante fue, creo yo, la amabilidad y el buen recibimiento que entonces me dieron. Yo era un pobre niñato, de los últimos años de bachillerato, sin un claro proyecto de vida. Sin conocer muchos autores, épocas y contenidos. No tenia mucho que ofrecer. No era nadie, más que otra sombra que deambula en medio de la multitud nebular de la urbe. Pero aun así me recibieron, como se recibe a un hijo proscrito que retorna a su casa, que se queda, para no volver a partir.

Mi propia historia personal desde entonces, siempre estuvo ligada a la librería. A veces, escapando de la universidad me refugiaba en este pequeño espacio, que siempre sin importar horario o mi estado de ánimo estaba abierto. Me sentaba. Tomaba un poco de café. Para luego reflexionar sobre la tragedia detrás de la pequeña broma de Ludvik al partido comunista. Luego tomaba tal vez un pequeño libro del filósofo de bigote y me cuestionaba la existencia de la moral y sus esbirros. Para culminar, en un crescendo confuso y rizomatico acompañando a Lyra en sus aventuras que la llevaron a concluir que la única certeza que hay en todos los universos posibles es la existencia del amor. Todo eso en una sola tarde sentado en una cómoda silla, acompañado de un café y un poco de ese olor a sueños que acompañada a cada libro, a cada pasión.

Siempre que me voy, que vuelvo a partir de la librería, me voy anhelando el volver. Parece como si dejara algunos pequeños hijos huérfanos, que aun desde sus estanterías, piden ser leídos, desean el toque de las manos y la vista de un lector fugaz. En el centro de la librería hay un pequeño árbol que asemeja a Ygdrassil, el árbol de la vida, cuyas raíces invisibles entran con fuerza en la tierra y se confunden con las páginas perdidas de libros por doquier. Un poco de polvo de hadas se riega en cada estantería, en cada pared. Algunos libros acumulados simulan torres, muros y murallas quizás de esa ciudad extraña, que soñó Borges cuando pensó en la biblioteca de babel. Entonces, luego enclaustrado en mis reflexiones, no me queda más que partir, dejando siempre atrás, en un pequeño cobre escondido en una página recóndita, una importante parte de mí.

Si algún día vas a Medellín, te pasas cerca a Unicentro y observas una librería de color amarillo, como el preámbulo de algún cuento de hadas. Entra sin miedo, disfruta la experiencia de la lectura y no te olvides saludar a Adri, a Edith y a todas las amables mujeres que allí trabajan. Diles que hay un pobre poeta divagante en el sur que no olvida, que siempre recuerda. Su pequeño territorio, su tierra de Nuncajamas, donde ansia siempre volver.



domingo, 9 de septiembre de 2012

Arte y Resistencia



Hace unos años ya, iba caminando por la carrera 80 en la ciudad de Medellín, cuando fui testigo de un acontecimiento muy particular. Imagínense una tarde soleada, hora-pico, de esas donde los vendedores de Bon-ice hacen su negocio y los hombres disfrutamos a las mujeres cada vez mas sueltas de prendas, agobiadas por el calor. Ellas llegan a despertar suspiros, deseos y algunos coloridos piropos de albañiles, taxistas, carpinteros y uno que otro adolescente con las hormonas en proceso de erupción. Como decía, caminaba por la carrera 80 y la calle 35, cercano al “rompoy de Don Quijote”[1], cuando vi a una mujer de cabello castaño mal cortado, una falda larga y una suerte de camisilla azul. No era en realidad muy bella, pero sus ojos me llamaron la atención inmediatamente. Eran de un color verde oscuro, parecido a los de una pitonisa o una diosa pagana antigua, de esas que bailaban en el claro de un bosque o de las que entonaban bajo las olas, una provocativa canción.
La mujer se paro en el centro del rompoy – lugar privilegiado donde se concentra toda la vista, toda la recepción-, miro hacia su frente un momento, con la mirada perdida. No parecía estudiar ningún detalle exterior en absoluto. Tal vez estaba intentando conectarse o establecer algún vínculo con alguna fuerza desconocida o poder interior. O tal vez simplemente no pensaba en nada y dejaba su mente en blanco, preparándose para lo que iba a suceder a continuación. De un momento a otro, ante la sorpresa de los transeúntes y conductores que pasaban por el lugar, la mujer empezó a efectuar un extraño y ridículo baile. Que aun hoy, luego de tantos años, no logro olvidar. Se movía como una especie de robot o autómata, haciendo siempre los mismos tres pasos. Movía primero su mano izquierda con determinado ritmo durante un rato extenso. Luego retrocedía levemente y agitaba sus dos brazos hacia adelante y hacia atrás. El tercer paso era un giro, que sorprendía cuando llegaba y que le daba a su baile un aire etéreo, irreal.  Las personas optaban por reírse del espectáculo o ignorar a la mujer que podía ser considerada demente, por pararse en un lugar tan llamativo a hacer aquel acto considerado estúpido, incoherente, fuera del sentido común. Solo uno o dos, (incluyéndome), nos quedábamos hipnotizados, mirándola, intentando descifrar el enigma, su baile, suerte de absolución.
Esa mujer, queridos amigos, era una artista; y es precisamente en este punto, donde quiero pararme hoy. Pienso que, el concepto de “revolución” es un significante que ya tiene amplia revisión y que ha sido abarcada en otros ensayos y poemas de la revista. Yo quería concentrarme en “resistencia”, al menos levemente y hacer una pequeña reflexión. La bailarina hace un acto de resistencia puro, que nace de su propia multiplicidad, de su interior. La resistencia es una parte fundamental del quehacer artístico. Es un elemento necesario e incuestionable de cualquier producción estética. Viene desde el primer hombre que pinto en las cavernas la muerte de su enemigo, pasando por las canciones juglarescas de amor prohibido, culminando tal vez en algún oscuro poema escrito con sangre y dolor. El poeta, el artista y el filósofo resisten, ¿resisten contra que? Contra el mundo, contra los poderes, contra las estructuras, contra el orden,  pero principalmente contra la majadería y el sentido común. Gilles Deleuze, un filosofo francés,  pensaba que el artista era una especie de medico, que diagnosticaba al mundo y de alguna forma le traía salud. Los poetas, hijos de Dionisio y Apolo, son visionarios pues son capaces de percibir la mascara y el artificio, su poesía debe dar cuenta de ese malestar o enfermedad que sacude nuestra realidad, y por tanto, traducirse en resistencia. Perder el miedo a la vergüenza, el rechazo o el castigo, desafiar formas de percepción. Pues retomando de nuevo a Deleuze, el artista crea perceptos -formas de percepción independientes del ser en si-, que sacuden, trastocan y mueven el sistema y la estructura cultural bajo la cual esta organizada nuestra forma de ver el mundo, de representarlo. Todos articulamos una visión.
Así, no pensamos “Resistencia”, como un fenómeno vinculado únicamente a la política o a la lucha de clases, sino  como una de las fuerzas primarias del impulso creativo de cualquier artista. La resistencia dio origen a una multiplicidad de vanguardias que desafiaron en algún momento el establechiment, los canones y la propia forma en que nos representamos, en que nos articulamos como sujetos mediante la cultura y la tradición. En un mundo plegado de distintos poderes, de morales anticuadas, de falsas certezas religiosas, instituciones caducas y sentimientos encontrados en la soledad constitutiva del nuevo mundo posmoderno, se hace cada vez más necesaria la labor del artista. El cual, además da cuenta del artificio bajo el cual estamos inmersos y se burla de manera desenfrenada de la seriedad y la absurda certeza con la que están construidas muchas de las estructuras de pensamiento de nuestro mundo. Que son frágiles, sostenidas solo por fuertes discursos hegemónicos. Pero siempre puede pasar que una pequeña brisa de viento sople y derrumbe la edificación, el templo, un discurso insostenible, regular. 
En este sentido, el artista o el poeta, puede apropiarse de elementos emotivos, como la risa –como pensaba Bajtin-, que le permitan sacudir los mismos cimientos de la mentira en la cual vivimos. Notable es, por ejemplo, el invento de la pata física, como ciencia de las soluciones imaginarias. Una interesante forma de demostrar las falencias de la metafísica y la ciencia, de cualquier intento de creer que podemos racionalizar una realidad que en definitiva nos desborda y que jamás podremos del todo capturar. Así, vuelvo a la bailarina solitaria, que sigue moviéndose aun bajo la lluvia y la incomodidad de los transeúntes. El arte no nació para ser comodidad, no nació para ser tranquilo, nació para movilizar, para agitar, para sacudir, para hacer gritar. Para hacer enfrentar nuestros miedos, para hacer recordar lo frágiles que somos y para llevar cualquier emoción o percepción a un nivel más alto, donde se haga impactante, fuerte, llamativo, sublime y real.
La danzarina es consciente de que su danza no puede imitar ya el mundo, lo que la mueve no es el deseo de la simple representación. Ella establece un dialogo con los que pasan, los interpela, les cuestiona su visión de lo aceptable y lo absurdo. Les hace sentir que en cierta medida todos estamos locos, nos invita a participar en su danza, en “resistir” al menos por un momento contra la lógica y el sentido común. Nos invita a perder el miedo a lo que nace de nuestros deseos y del orden imaginario, aquel que no es medido por el símbolo, el poder y nuestro superyó. Se para orgullosa en el centro de la glorieta, para mostrarse como una actriz del mundo, que escenifica un teatro no en un escenario artificial sino en el mismo mundo real, donde actuamos cotidianamente, donde caminamos, sin ton ni son. Su baile continúa y se multiplica, su delirio se trasmite en cada paso, en cada instante, en cada sensación. El espectador es activo, participa, no puede ignorar completamente lo que acontece. Su baile se torna así, un desafío, una resistencia, que sacude nuestro entorno, nuestra concepción.
La invitación desde luego entonces, es a iniciar nuestra propia danza, a resistir. No solo desde la labor artística sino desde cualquier posición o razón de vivir. El fuego de la resistencia arde en mayor o menor medida en cada uno, solo hay que dejarlo crecer. En verdad pienso, que nada puede en este mundo, contra el hombre o la mujer que baila bajo la lluvia, que mira desafiante el acontecer.



[1] Siempre me llamo mucho la atención, como se pueden juntar en una misma frase estas dos palabras: “rompoy” que hace una extraña conjunción e interpretación paisa de la palabra inglesa “round point” y Don Quijote la obra cumbre de la literatura en castellano.

domingo, 29 de julio de 2012

Apague y vamonos

Un día me levanto, es tarde en la noche, no hay mucho que hacer y el tedio es demasiado grande. Me siento en la mesa, me hago un te o me sirvo un poco de cereal y me acerco a aquel extraño mecanismo que es el control remoto. Prendo el televisor, quizá con la vaga esperanza o con cierta anticuada idea grabada en el interior de toda persona consumista de encontrar algún buen programa que me distraiga la mente de preocupaciones y problemas de la vida cotidiana. Empiezo a hacer el clásico zapping buscando algún canal o programa que se adecue a mis intereses. Mientras paso veo que de canal a canal se repiten los mismos patrones: realitys, futbol, noticias amarillistas y mujeres modelando es lo que más mueve la atención del público.
Aun que no puedo negar que aquellos traseros de ninfas prefabricadas tienen un efecto en mi, puedo decir sin temor que toda la programación en general es una basura, un adefesio. Solo pocos canales se salvan, sobre todo los de documentales y películas. Es esto lo que motivo mi divorcio de la televisión y mi afianzamiento en el mundo de la internet. No quiero decir que el mundo de la internet no este mediatizado también por la publicidad y algunos lavados de cerebro, pero la Internet tiene algo que no tiene la televisión, la ilusión de “escoger”. La ilusión de que tú eliges que contenidos, que videos, que lecturas son las que te interesa escoger. Ilusión claro, pero toda ilusión tiene un peso.
Pero el motivo de esta corta reflexión, no es profundizar en el debate televisión-internet sino denunciar a uno de los peores artificios mediáticos que ha creado la humanidad en un espacio y un tiempo específico. En algún momento del zapping, mi mirada se detiene horrorizada cual tenebrosa película de Hitchcock en un solo canal. Me refiero al canal RCN de Colombia, el cual cada vez en su programación demuestra el grado de degradación y miseria humana en todo su esplendor. RCN se ha convertido en una nueva versión del antiguo coliseo romano donde gladiadores se peleaban por su vida y dramatizaban antiguos mitos y batallas, lo cual entusiasmaba al pueblo ansioso de sangre, de identidad y particularmente de algo que los sacara de su propia miseria cotidiana.
Los gladiadores han sido remplazados con protagonistas de novela, que en su armadura negra, con su nombre propio grabado en escuetas letras blancas –como si el nombre ejerciera algún tipo de maleficio o hechizo extraño en su pronunciación- luchan en la arena en terrible batalla. No son las armas de antes, no. Ya no son jabalinas, lanzas o gladios; son palabras, insultos, gritos y todo aquello que genere el malestar emocional del otro y que convierta la estadía en un espacio en un infierno de llanto, hipocresía, envidia y juegos de poder. Claro, esto último puede tener algún interés, si no se omite que mientras el reality se lleva toda la atención de los televidentes sonámbulos en Colombia, en esa imaginaria construcción territorial, siguen explotando escándalos de corrupción, violencia e intolerancia que la gente prefiere ignorar o aceptar de acuerdo a lo poco que le es informado. Como creer que por que se ve un soldado llorando frente a una cámara, significa que los indígenas que se le enfrentan son malos, antagonistas de la “gente de bien” y aliados de los terroristas de “la FAR”.
Pero no es solo protagonistas de novela, RCN desprende en su programación otras bellezas de consideración como Laura (que es un excremento importado, por que ni siquiera tienen ideas originales) y uno que otro novelón clichesudo para entretener a amas de casa. RCN se ha convertido en Colombia en un fuerte mecanismo de control y manipulación por parte del discurso hegemónico. Ha servido para tapar y abrir puertas de información que le convienen al poder, a un determinado poder, representado en la elite bogotana, los principales empresarios y la derecha en general que solo quieren ver lucrados sus bolsillos a costa de la miseria de los demás.
Yo me pregunto, si el presentador del programa realmente se cree al mismo, cuando dice: “Colombia ha elegido”. Pero, ¿Quién es Colombia? ¿Quién es el? ¿él es Colombia? ¿No es muy ambicioso, egoísta y abrumador creer que toda “Colombia” eligió y esta pendiente de la vida de estos gladiadores, digo actores de segunda? Su discurso totalizador e impositivo solo puede provocarme nauseas y desear nunca más prender el televisor. Mejor, apague y vámonos.