Despedida de la Maga

Despedida de la Maga

Sobre "Devenires Prosaicos":

Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!


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miércoles, 23 de abril de 2014

el soldado pintor



Cuando se piensa en la guerra,  en su fluir incesante y destructivo, es inevitable pensar que somos pequeños pedazos de tierra, de polvo, de nada. Y este pensamiento inevitablemente carcome como un gusano la tierra en busca de alimento o una salida hacia un exterior que no existe ya. Lo digo en serio, ¿Quién le dará valor a aquello que diariamente hacen los hombres de la guerra? ¿a su sacrificio? ¿A su dolor? No hay nadie, no hay dios, no hay nada. Y él, pobre soldado, lo sabe. Lo sabe como yo. Esta allí parado, esperando, quizás lo inevitable. Las hojas caen desvergonzadamente de los árboles y una brisa húmeda toca su piel. Pronto pasara el comandante guerrillero, el famoso Negro Arcadio. El soldado es solo un peón sin importancia, parte del batallón que le tendera la emboscada. La vida del Negro Arcadio se ha convertido más en un símbolo, en una representación lejana de lo que para ellos es el mal.

Acabar con el mal, con el terrorismo, eso es lo que gritan los comandantes. Pero, ¿quién en cierta medida no es terrorista? ¿O es que todos anhelamos ese orden que nos han obligado a cumplir? Estado, familia, pueblo son palabras que se hacen vacías en el monte. Caen en el abismo ocasionado por la tempestad y el sufrimiento de este existir bélico, de una bala que irrumpe con fuerza a través de los cuerpos y que entra como Prometeo para robar algo que no regresara jamás.

El capitán del ejército habla por el radio teléfono. Pelea con algún superior. Todos preparan sus fusiles y se preparan para el momento del ataque. El ambiente se ha vuelto tenso.  Francisco (Prefiero llamarlo Francisco, no Gonzales como lo llama el capitán), nuestro soldado, empieza a sudar. El miedo está presente en sus ojos, su deseo de escapar. El fusil no le luce. Francisco piensa su antiguo sueño de ser un gran pintor. Mejor un pincel que un arma. Mejor un paisaje de colores, a uno de balas. Pero dudo que, luego de lo que ha vivido, pueda volver a pintar. Serían lienzos oscuros y tétricos que absorberían cualquier luz, cualquier brillo de felicidad. Él lo sabe y se ha resignado. Se escucha un movimiento a los lejos. Se empiezan a ver figuras que caminan a través de la selva. Sus pasos son firmes, parecen ir con algo de afán. El comando guerrillero se acerca y los soldados deben actuar.

 La muerte es compañera, camina a su lado y al de ellos, se esconde con la mayor profundidad. Sólo espera el momento preciso, aquel instante, una oportunidad. Ellos desperdician balas y energías, la muerte en cambio no desperdicia un segundo, es paciente, espera con su guadaña fusil al hombro, cuando llegue el momento de acribillar. No teme pasar por encima del que sea, sea soldado, capitán o presidente.

Y hoy está allí, lo sé. Está riéndose, expectante, ella celebra su propio carnaval. Empieza a llover. Uno de los hombres del bando contrario se acerca, mira hacia ambos lados, otea a ver si encuentra algo diferente, ese león que espera a su presa devorar. Pero no encuentra nada, ni siquiera el silencio, pues las luciérnagas se lo niegan. Hace una señal a los demás guerrilleros, que le siguen en silencio, tratando de no hacer ruido, de confundirse con la selva al pasar. Pero Francisco y los soldados ya lo han visto, lo han visto y los guerrilleros, sin saberlo, ya en ese momento están muertos. Están muertos y no lo saben. El futuro es algo que no podrán vivir ya.

Entonces el capitán da la orden y empieza la balacera. Los guerrilleros van cayendo uno y otro como piezas de dominó. Intentan ofrecer resistencia. Pero es demasiado tarde. No los ven. Son fantasmas en la noche. Son el laberinto de sus pesadillas. Son su demonio de la selva, las balas de frío metal. No hay piedad, no hay lugar aquí para la pausa. Sólo sobrevivir, solo matar. Es la predica. Salvar la patria. La sangre se mezcla con el pantano y la lluvia, un pequeño riachuelo rojo, que atraviesa la tierra y fluye como una vena que transporta  a la muerte, el olvido y el adiós. ¿Cómo pintaría eso Federico? ¿Cómo representar los cadáveres y la sangre?, ¿qué colores y tonalidades le daría?, ¿cómo podría representar el miedo de sus caras?.


Uno de los guerrilleros intenta escapar, huye despavorido. Los soldados le disparan, pero no logran acertarle. El guerrillero se resbala y cae. Ve muy cerca su fin. El Capitán se le acerca. El guerrillero pide piedad, habla de su familia, tiene siete hijos. “Sucio terrorista”, le responde el capitán y le pega una fuerte patada en la cara. Luego lo acribilla con un fulminante disparo en la cabeza. Ninguno de los soldados deja de parpadear. Ninguna lágrima. Ya estan acostumbrados.

Mientras tanto Federico sólo piensa en matices y colores, en aquel rojo intenso, que no cree poder nunca en un lienzo poder representar.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Lo Eterno Femenino




 Ahora que se acerca la sexta edición de la revista innombrable que versa sobre “Lo eterno femenino” considero que es más que pertinente hacer una pequeña reflexión respecto a lo que ha significado para mí lo “femenino”, lo “otro”, aquello que es “ella” y no “él”. Aclaro desde ya que pienso a la mujer no como un objeto, sino como un sujeto autónomo con sus propios deseos, miedos, sueños y frustraciones. Aclaro también que no he creído nunca en las dualidades ni en los códigos binarios (masculino-femenino, bien-mal, orden-caos) que nos han intentado imponer para encasillarnos, clasificarnos y crear una taxonomía que nos decodifique y nos controla lentamente, nuestra propia pluralidad. De alguna forma todo hombre tiene algo de femenino y toda mujer algo de masculino, que no obedece a porcentajes o a clasificaciones, sino al propio transcurso histórico del sujeto sumergido en su entorno social y cultural. La sexualidad no se remite simplemente a la diferencia entre una “verga” y una “cuca”, va más allá y tiene que ver con nuestra apropiación del cuerpo, la forma en que se expande y se contrae cada centímetro de nuestra piel, cada pensamiento que anhelamos forjar.

Cuando escribí “La invisibilidad de Muriel” tuve la difícil experiencia de enfrentarme con la fuerza desbordante de lo eterno femenino. Escribir este cuento implicó un devenir femenino que se apoderó de mí y me hizo perder parte de esa subjetividad masculina que ésta tan fuertemente arraigada en muchos de los hombres. Ello me llevo a entrar en un laberinto de enormes proporciones. En este camino me guie a través de voces, de textos y sensaciones corporales que me permitieron quitar algunos arbustos y abismos que me imposibilitaban avanzar. Agradezco tener maravillosas amigas de las que he obtenido valiosas enseñanzas: Una que tiene ojos mariposados y vuela a través de bosques discursivos y fragmentos de colores, una que viaja en una pequeña cabina del tiempo de Londres a Buenos Aires, otra que es una luchadora solitaria que busca un país mejor, en medio de hombres de corbata e hipocresía general. También he tenido amores de los que he aprendido también, no puedo dejar de reconocerlo –de los cuales no hablaré para no profundizar ya mucho en mi propia subjetividad-. En el fondo la conversación, el dialogo ha sido la principal herramienta de aprendizaje, más para alguien que se esconde tras una pared o muro de cangrejo, de frio, aunque deficiente metal.

Pero volviendo al cuento, con él quería hacer más que una apología al arte o a los placeres dionisiacos de la invisibilidad, lo que quería era adentrarme directamente en lo femenino, literalmente ser mujer. Al igual que Oliverio Girondo he pensado que aquel hombre que nunca ha sido mujer, que nunca ha dejado salir un poco de su parte propiamente “femenina” es un ser incompleto (como pensó alguna vez Aristofanes en el banquete) y en un artista es signo de mediocridad y de poco entendimiento del mundo y sus misterios. Aunque es verdad que un cuento es abierto y está disponible a todo tipo de recorridos y trayectos, parte de lo que quería era que todos reviviéramos un poco de ese “femenino” que habita en nosotros. Que una pequeña Muriel bailara desnuda en el centro de nuestra mente, burlándose de algunos de nuestros propios prejuicios “racionales” y nuestra perdida percepción de nuestro cuerpo, que se multiplica en el espejo que Muriel rompe en pedazos cuando lanza una botella al cristal.

Ahora bien, algunos me pedirán que defina lo femenino, que dé cuenta del conocimiento que tuve a través de esta experiencia, que de mi opinión de lo que es una mujer. Inevitablemente me reiré. Tal conocimiento no existe. Yo sólo inicié un trayecto y me deje llevar, sin pensarlo, sin racionalizarlo, sin teorizar acerca de lo que sentía. Si lo hubiera racionalizado no hubiera funcionado. Utilizaría de nuevo esas terribles categorías para clasificar, conceptualizar y organizar. Pienso que no se puede sacar un significado “denotativo” de lo femenino. No hay definición de diccionario, no hay un significante absoluto que se acerque remotamente a definirla. Parte del encanto, la atracción y la seducción tiene que ver precisamente con este misterio de la otredad que cada día puede traernos nuevas sensaciones y aleteos. No obstante me atreveré a decir, quizás arriesgadamente, que no podría vivir sin la poesía, la magia, la belleza, la ternura, lo fortuito, los deseos y los sueños que me inspiran muchas de ustedes, queridas mujeres. Sólo ha bastado una sonrisa de una de ustedes para inspirar la creación de un poema, un cuento o una canción. Sus ojos, sus besos, sus palabras han vivido en mi mente, divagando, explotando y también convirtiéndose algunas veces en terribles cadenas de melancolía o dolor. Su cuerpo ha sido para mi visión de dicha, portal de sensaciones, exploración de montañas y acantilados, locomotora de deseo, auge y caída de mi subjetividad.

Algunas veces no entiendo por qué algunas mujeres se avergüenzan de su cuerpo, como ciertas pseudo feministas que leí sorprendido la otra vez en face arguyendo una constante “cosificación” porque se exhibían fotografías eróticas de atractivas mujeres leyendo libros. Como si el cuerpo no fuera objeto de grandes obras de arte, de grandes historias, de placeres y sueños embriagadores. Como si el cuerpo no fuera parte de ustedes mismas sino una creación de la masculinidad, ¿o acaso son como Muriel que se miran al espejo y ven un monstruo, un ser aracnico o crepuscular? Si me preguntan qué opino del feminismo radical o del machismo, diré que el asunto de los “ismos” no me va mucho, porque me cierra a una sola percepción de la realidad. Diré sólo que creo en la igualdad, la conversación y el dialogo. En el respeto y la igualdad de derechos para ambos sexos. Creo en la libertad de explorar con nuestros cuerpos sin temor de prejuiciosos anticuados o el qué dirán. Aborrezco a un hombre que le pega a una mujer, porque además del daño ocasionado es un hombre que ha optado por la salida del cobarde. Sin embargo, hoy por hoy, ustedes tienen más poder del que se imaginan, luchen (luchemos, ¿porque no?) por el cambio que haga falta, pero por cambios necesarios de mentalidad y no arrogancias ni prepotencias que busquen abolir el encanto de lo femenino, de ese ser único y especial que ustedes mismas han construido.

El arte vive y se alimenta de lo femenino, se sumerge en ello, se alimenta de ello, se embriaga de ello. Sin lo femenino el arte no sería arte y una humanidad necesitada de lo plural, de la diferencia, colapsaría inevitablemente. Mujeres que danzan, mujeres que cantan. Mujeres que leen, mujeres que dirigen. Mujeres que escapan, mujeres sin prisa. Mujeres que vuelan, mujeres que les gusta la tierra. Mujeres calladas, mujeres parlantes. Mujeres vestidas, mujeres desnudas. Mujeres que besan, mujeres que hacen el amor. Mujeres caminantes, mujeres sin rumbo. Mujeres que pintan cada nuevo día con su presencia, con su voz.  Mujeres que son inmortales en un cuadro, en un libro o una canción. Mujeres que a su vez inmortalizan sus experiencias estéticas pintando, escribiendo, cantando su delirio, su pasión. Mujeres que son torrente que desborda, que son barco y naufragio, que son cultivadoras del acontecer. Ser mujer, no ser mujer, parir mujer, nacer mujer, morir mujer. Y quizás al final, el misterio de un rostro, que aún no consigo del todo develar…

domingo, 15 de septiembre de 2013

El manifiesto de un soñador

(Este texto lo escribí hace cinco años. Aun tiene una vigencia importante para mi)



Hubo un día en que caminaba por las calles del centro, cerca a las torres de Bombona con una amiga, era observar de nuevo el mismo ambiente gris y de miseria que es el pan de cada día en las venas viales del centro. De vez en cuando se oye el palpitar de un corazón, de uno que cada vez está más enfermo o tal vez sea una ilusión provocada por los pitos de los carros, los gritos de los vendedores y la cotidiana intolerancia que se puede ver en este ambiente. No es una sensación nueva, que no haya sentido un habitante promedio de Medellín, incluso las de las más precarias condiciones. El centro con sus pirámides de colores y sus avenidas recién amplificadas seguía siendo un tumor maligno y oscuro, porque aun que al enfermo de cáncer se le vista de colores alegres y túnicas prominentes sigue teniendo en su faz ese gesto de cansancio y dolor. Pero no es el objetivo del presente escrito hablar sobre el centro, un barrio como cualquier otro en una pequeña ciudad, sino abordar otra cuestión. Debido quizás al ambiente generador de nostalgia, de recuerdos y sueños no cumplidos, mi amiga se motivo a hacerme una pregunta:

-          ¿te describes a ti mismo como un soñador, no?-
-          Si, así es, no podría encontrar otra palabra adecuada- dije con una sonrisa
-          Pero entonces, ¿qué harás?, dime, ¿qué harás cuando se caigan todos tus ideales? ¿Qué nada es como lo que pensabas? Te choques con una realidad triste, vacía y dolorosa
-          Mis ideales no se caerán, parece promesa de un hombre joven, pero en su esencia ellos permanecerán, yo creo y lucho por que así sea, seria traicionar lo que soy y el camino que me he fijado
-          Todos los seres humanos cambian con el tiempo, muchas veces sin que se den cuenta
-          Yo no niego los cambios que se dan en el trascurso de la vida, frente a las experiencias que a uno acontecen, pero creo que hay cosas que no cambian y que permanecen resplandecientes en nuestro corazón, sino ya no tendríamos derecho a que se nos llamara por nuestros nombres
-          ¡Ay Daniel! ¡Te veré en unos años! Siendo algo que realmente nunca quisiste ser, dándote asco de ti mismo…
-          Tu visión es muy pesimista, no niego que no puedo adivinar o ver el futuro, pero prefiero creer que no será como tú dices y que estaré fiel hasta el final parado en mi estandarte, frente a mis compañeros caídos…

Ella callo, supongo que se dio cuenta que era inútil intentar convencerme, al fin y al cabo ella era una mujer de miedos, desengañada, que aspiraba a vivir su juventud a su máximo esplendor sin riesgos. Mientras que yo, que también soy un hombre de miedos, pero que he aprendido a verles a la cara, no temo lo que viene, ni la lucha, ni el sufrimiento. ¿No es acaso el sufrimiento parte de nuestra vida? ¿Una de las consecuencias del simple acto de vivir? ¿Por qué debería temerle? No puedo negar mi juventud, no soy más que un hombre de 22 años y ya me siento cansado. Decepciones ya he tenido, malas experiencias también y aun se me auguran más para el futuro. Pero, por ello, ¿debería cambiar lo que creo? ¿Debería convertirme en un autómata más que sigue el modelo predispuesto por la sociedad? ¿Debería rendirme y dejarme llevar por la corriente que espera que haga lo mismo que los demás y que viva una vida monótona y carente de sentido? Muchas personas que han pasado por mi vida y que juraron ser fieles a sus ideales, han cambiado y se han convertido en sombras, entes miméticos que solo imitan a los demás buscando algo de admiración y reconocimiento. La verdad yo prefiero la muerte como Jhon, el nativo de “un mundo feliz” de Huxley que no pudo soportar la perdida de lo más importante que teníamos, nuestros sueños y sentimientos.

Es muy triste cuando ves como eres de los pocos que permanece en la resistencia, con heridas en todo el cuerpo y en la mente, haciendo un terrible esfuerzo, pero que si muero, moriré de pie, con la frente en alto, orgulloso de lo que alguna vez fui y construí. Los sueños se convierten en el mejor de los licores, añejado desde la prehistoria y presente desde que el hombre es hombre. ¿Qué más se puede hacer frente a un mundo que permanece casi inmutable y en silencio? ¿No es ese ser repugnante que alguna vez le dio pesadillas a Parmenides? Nada nuevo, en miles de años de existencia aun no sabemos como el hombre debe llevar su vida y más importante aún, ¿Por qué estamos aquí? astrofísicos, religiosos, filosofos, científicos se lanzan a pelear y a debatir toda clase de teorías que a la hora de la verdad no tienen ninguna base argumentativa lo suficientemente solida ante los limites que se han impuesto a nuestro conocimiento y las preguntas siguen y siguen. Los seres humanos para poder vivir su vida, sin preocupaciones y sin tanto “porque” (tal vez porque el universo pueda ser producto de un azar terrible”) ignoran estas cuestiones y se dedican a vivir lo que hay enfrente, como unas piezas más en un juego que lleva más de 10000 años, siempre con un relevo importante de piezas cada generación, sin preocuparse en lo mas mínimo por el resto.

Así, solo los masoquistas y los locos, son los que generalmente se meten en campos de conocimiento buscando respuestas y teorías locas a todo lo que acontece a nuestro alrededor y dándose cada vez mas cuenta de nuestra insignificancia y pequeñez, en un pequeño planeta, en una enorme galaxia de muchas estrellas, de muchas galaxias a distancias aterradoras que nos dejan como el más miserable crustáceo en un universo de gigantes proporciones. ¡Oh pobre Aristóteles! ¡Qué tan lejos estabas al creer que el conocimiento era la virtud máxima y la que traía la felicidad! También existe el camino de la fe y la religión, el cual nos hace todo más fácil, porque nos llena de respuestas y le da un sentido a nuestro vivir, que está en servir a Dios y a todo lo que representa, como si tuviéramos que tener una deuda con una entidad o con algo para poder saber cómo debemos comportarnos en nuestra vida. Es parecido a lo que Nietzsche llama “Relación deudor-acreedor” en su genealogía de la moral, necesitamos deberle algo a “alguien” para sentirnos vivos, un absurdo sin duda.

Aun así, amigos míos, existe otra vía, una que muy pocos exploramos y que es para mí la que da sentido a la vida, que es la vía de los sueños. Ellos están presentes allí, aparecen cuando menos los esperamos y como pequeños serafines le dan vuelta a nuestra mente, danzando trayendo muchas veces esperanzas o pensamientos reconfortantes. Algunos encerrados en su pesimismo prefieren no esperar nada y no soñar, sino dejarse llevar por la corriente borrascosa y violenta. Otros sueñan pero luego prefieren olvidar, como si los sueños fueran anatemas que nos fueran a traer mala suerte y nos volvieran desquiciados. Los medios o mass-media, el mundo moderno, la sociedad se encarga de implantar sueños generales a todo el mundo, como si todos debiéramos seguir un determinado modelo onírico imposible para que el sistema funcione y no sigamos siendo más que simples hamsters que deben mover todos los días su rueda pensando que algún día lograran salir de su jaula y les darán una jaula mas cómoda, pero que nunca llegara y la rueda seguirá dando vueltas y vueltas para que el mecanismo capitalista funcione. Este sueño general habla de una linda chica, un carro plateado y una enorme mansión en la playa, ¿les suena conocido? ¿A que más de uno lo ha pensado alguna vez?, más que sueños, estos se convierten en deseos frustrados que traen desesperación y tristeza a nuestra vida.

Pero no es esta clase de sueños los que yo busco, busco sueños propios, sueños únicos, sueños que solo le pertenezcan a cada uno y que son los que le dan sentido a su vida. Sueños cubiertos y protegidos por ideales firmes en los que creo y que permanecen sólidos como columnas porque son los que me indican el camino a seguir en cada decisión, en cada movimiento trascendental en mi vida. Creo en los sueños y que estos son la teleología de la vida, es decir, su causa final. Pero soñar también significa vivir las emociones, no restringirlas, sino vivirlas. Hay que vivir todos los sentimientos: alegría, pasión, tristeza, dolor, por ejemplo un músico debe verlas reflejadas en su arte, porque son parte de lo que es y es cierto que no todos sentimos igual, son los sentimientos, creencias y emociones lo que nos hace únicos, diferentes a los demás y por lo tanto lo que le da su toque particular a cada uno de nuestros sueños, lo que les da el color, uno que solo existe en nuestro interior, entonces él los expresa en su música y esto lo que la hace única, y que por más que otro intente tocar la misma canción que el toco, no la tocara de la misma manera, no será lo mismo. Un cocinero puede al ponerle sentimiento a lo que hace, hará una comida deliciosa distinta a la que se compra en cualquier lugar. He allí el por qué las comidas de “mama” son tan extrañamente fascinantes. Un abogado que ponga pasión en lo que hace, en sus objetivos, que lucha por sus ambiciones o deseos, sean cueles sean, es mucho mejor que el mediocre conformista que se deja vencer por la ciudad gris. Un medico que es consciente de su responsabilidad (el camino entre la vida y la muerte) podrá lograr grandes cosas si pone sentimiento y pasión por su trabajo, tratando se sentir lo que su cliente siente y encontrándole cada día algo nuevo a cada una de sus actividades. Los ejemplos entonces se extienden hasta el infinito y así no solo los sueños permean a artistas, sino también a todas las profesiones en las que el ser humano puede desempeñarse.

Todo es grosso modo el "yo" fantasioso creado por nuestras mentes en todo su esplendor, el que nos hace únicos.

No debemos tener miedo a que nuestros sueños no se cumplan, debemos aceptar este riesgo, pero no por ello dejar se soñar. Aun que no lo parezcan, las frustraciones, las caídas nos ayudan a crecer como personas, a no cometer el mismo error dos veces. Lo importante es saber levantarse, no dejar que estas caídas nos aplasten y nos quiten las ganas de vivir. Es difícil, lo sé, pero es preferible a ser un idiota conformista, una hormiga más del hormiguero que no es capaz de detener un momento su trabajo, para extasiarse con una mirada a la sublime luna. La vida misma entonces no pasa de ser un simple sueño, entonces ¿Por qué no disfrutarlo mientras podamos? ¿Por qué no poner todo nuestro empeño en lo único que tenemos? ¿Por qué encontrar en cada pequeña cosa, un sentimiento, una nueva sensación un nuevo amanecer? ¿Por qué no valorar cada minuto como un momento realmente grandioso que vivimos y que tal vez nunca volverá?

Fedor Dostoivski, escritor ruso, dice en “noches blancas”: “¿acaso no es suficiente un solo minuto de dicha y felicidad para que valga la pena una vida?” un solo minuto de un sueño es más que suficiente que cualquier otra ilusión gris que nos creemos para resistir la realidad. Los sueños muchas veces se cumplen cuando menos lo pensamos, es parte de su magia, los sueños no tienen temporalidad y espacio, ellos simplemente llegan y se van, un segundo puede convertirse en una eternidad, asi como una eternidad en un segudo. Cualquier espacio puede convierte en algo intimo, algo propio, algo vinculado a nuestros sueños. Asi el poder de estos de transformar el tiempo y el espacio es superior a cualquier fuerza existente en los residuos de nuestro planeta. Una especie de metarealismo, donde una casa, una silla, una bicicleta o hasta un anuncio de gaseosa se convierten en el mejor de los conversadores o el más peleador de nuestros enemigos, solo nosotros podemos darle el sentido que queremos a ese mundo, nuestro propio mundo. Nosotros valoramos por ello los pequeños momentos, en una vida llena de monotonía y algunas veces de sufrimiento, los sueños se convierte en un bálsamo, en la mayor fuente catártica de la realidad, aquello que le da un sentido a nuestra vida, lo que nos hace ser lo que somos.

Asi es, es hora de estar orgullosos de lo que somos, somos una especie en vía de extinción, a mis amigos, a los que sean como yo los invito a no desistir, a compartir sueños y aventuras, a encontrar una nueva causa, un nuevo sentimiento, en cada amanecer. A construir mundos y realidades que solo nos pertenezcan a nosotros,  ¿no somos acaso los mejores obreros de la realidad? ¿Los que la hacen más interesante?. Os invito a romper la monotonía de la vida una y otra vez, con cada sueño o aventura que surja. No dejemos que la realidad nos aplaste, al fin y al cabo la podemos modificar a nuestro antojo, somos locos en medio de  la lluvia, Fichas rojas y verdes en multitudes negras y vacías, pequeñas barcas en medio de enormes cruceros, que siguen su paso diferente, ¡quién sabe a qué isla podemos llegar!. Vamos entes que no siguen la misma corriente, vamos inventores de sueños y conceptos, vamos compañeros de batalla, apóyate en mi hombro hermano mío, pues no permitiremos que el gran monstruo, la gran máquina termine por absorbernos.

Somos la única esperanza de una humanidad perdida entre tantas cosas que no entiende, entre guerras que la destruye poco a poco, entre un montón de ideologías vacías que al final no llevan a nada. A nosotros no pueden encasillarnos, no somos parte del montón, somos individuos sin estigma, soñadores de profesión. Anhelo algún día poder volar y en las nubes reposar, deseo algún día poder amar y en sus brazos retozar, anhelo algún día brillar y a tus ojos silenciar. Demole impulso, seamos un motor que mueva los mecanismos, los pulmones que llevan a la humanidad a respirar. Solo nosotros podemos cambiar el mundo, solo nosotros podemos  iniciar una nueva edad. ¡Serán oscuros nuestros caminos, pero brillante nuestro corazón! Erigíos como lo que sois, queridos soñadores, dadme un solo sueño vuestro, compartidlo a mi lado y tendrás un cofre, aquel donde se guarda mi corazón.


Así es entonces, que lo ideal es ser fiel a nuestros sueños e ideales, yo espero serlo hasta mi muerte, habrá cambios sí, pero la estructura general espero no varié, porque es lo que soy, es el camino que desde hace tiempo he escogido...y aunque definitivamente es mejor no darle vuelta a las cosas, ser masoquista de vez en cuando es bueno o…¿o no fueron los grandes masoquistas del pensamiento los que han cambiado las ideas de la humanidad?

miércoles, 25 de julio de 2012

Introducción


Supongo que cuando se abre un espacio, no sabes con que puedes encontrarte, siempre esta ese misterio de abrir una puerta y de no saber con que te puedes encontrar, ese espacio que excede nuestra mente y que esta mas allá de toda contemplación: Ilocalizable, Etéreo, Fugaz, que puede albergar un pequeño ratón o un tigre dispuesto a devorarte. Pienso que, detrás de cada significante, de cada cadena o unión de palabras hay siempre un misterio, un enigma que va mas allá de la repetición y el desgaste y es precisamente la literatura la que permite no desentrañar pero si insertarse de lleno en el enigma, ser parte de él y ¿porque no? forjar nuevos devenires individuales. He allí la razón del titulo del blog, que da cuenta de el paso a un lugar indiscirnible, adyacente a lo otro, esa área, ese territorio compartido al que todo escritor quiere llegar cada vez que se sumerge en su propio delirio.

Es verdad, que el devenir en si mismo es un laberinto, un laberinto lleno de múltiples caminos y salidas, que parece nunca termina y que devela nuestra propia imposibilidad de una absoluta representación o mimesis de lo otro. Es la propia tragedia del ser humano, puesta en juego tal vez en un famoso cuento de Borges llamado "La casa de Asterion". Todos somos en parte el toro, tenemos un lado monstruoso que nos negamos a ver, ese lado instintivo, humano, demasiado humano. Pobres criaturas encerrados bajo el laberinto de nuestros propios deseos, de nuestras propias pulsiones y lo que nuestra propia cultura y los discursos insertos en ella nos han designado.

Hijos del lenguaje, sabemos que la literatura es en cierta medida un escape, una burla, una forma de llevar el lenguaje a un estado delirante, cercano a la hybris, que permita ver sus límites, sus juegos y sus propias demarcaciones. La literatura puede convertirse en aquel hilo de Ariadna que permite evadir aquella cárcel de caminos cerrados y al menos por un momento ver la salida, ser conscientes de nuestras propias barreras y quizás reírnos como dementes de nuestra propia posición particular. Despues de todo no somos más que pequeños cuerpos que fluyen en un largo y caudaloso rio que nunca se detiene, que constantemente se agita, choca, cambia su recorrido y nosotros solo podemos estar a la intemperie, intentando dirigir un poco nuestro propio transcurrir en la corriente, intentando pensar que aquel rio puede tener un mejor color o hundirnos definitivamente en el hasta chocar contra alguna roca o abismo. Ese río es la vida misma que se reafirma una y otra vez, en nosotros, en cada sueño, en cada deseo, en cada creencia, en cada parloteo, en cada beso, todo esto y más es parte del mismo misterio que sigue fluyendo sin parar.

¿Que son “Devenires Prosaicos”?, claramente es un espacio por y para la literatura y esa será su función principal. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas, cuentos en su mayoría relacionados con la literatura. ¿Quiere decir eso que no hay espacio en el blog para otras opciones? ¿Otras artes? ¿Otras reflexiones? Por supuesto que lo hay, no es este un blog cerrado. Prefiero pensar en un blog dialógico, que no se cierre y que permanezca en constante movimiento e intercambio.

Mi nombre es Daniel Acevedo. Este blog, es el resultado del esfuerzo por dar a conocer mis proyectos de escritura, que aun que divergentes y cambiantes, dan cuenta de mis propios devenires a través de la vida y el tiempo.

Espero, querido lector, que hoy entras a mi blog, que no me juzgues con premura. Que visites estas líneas y encuentres en ellas tanto satisfacciones como el reflejo de tus propios miedos.  Sólo soy un escritor itinerante, que espera, algún día tal vez, llegar a generar aquel encanto embriagante de un cuento que devora o un poema que camina por los caminos del cuerpo y la mente, para perderse en los limites de la ficción y la realidad.

Planeo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires. ¡Sean bienvenidos entonces a devenires prosaicos!