Despedida de la Maga

Sobre "Devenires Prosaicos":
Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!
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martes, 15 de enero de 2013
El lienzo fragmentado
II.
Pero las circunstancias son extrañas, no creo en el destino pero tampoco creo en las casualidades y en este caso todo trascurrió de un modo muy particular. Ese día transcurrio normalmente como cualquier día en mi universidad. Comí, estudie, charle con algunos amigos, pero nada del otro mundo. Hasta que finalmente llego el momento de la clase de seis, la esperaba con ansias, pues este era un contexto de un tema que me gustaba mucho, era de historia del cine. Para mí, un estudiante de artes, ver todas aquellas formas en movimientos, la plasticidad y la estética que manejaban estas películas era un placer. Siempre solía admirar las grandes producciones con sus majestuosos montajes y hoy vería un curso con mucho de todo esto, quizá hasta me diera una idea para plasmar en alguna obra, no estudiaba artes para ser pintor, para mi el arte era mucho mas que eso, era fantasía, sueños, sentimientos y locas ideas plasmadas en un mundo material. Una forma de resistencia, ¿Por qué no?, contra todo aquel mundo gris que intentan implantarnos a través de oficinas, dinero y edificaciones.
Finalmente entre en aquel contexto, cuyo salón se encontraba en el tercer piso de un enorme edificio. Generalmente solía llegar tarde a las clases, pero esta vez me apresure para coger un buen puesto. Me hice algo atrás, por que siempre buscaba una silla cómoda en la cual pudiera dormirme en caso de no ser de mi agrado la clase o en su defecto el juego de gusanito de mi celular era mi salida al tedio. El salón estaba lleno de gente. No dudaba que este era un curso muy apetecido por varios grupos de estudiantes de la universidad. El salón era amplio, la vista a la vegetación, una ligera brisa y el ruido de algunos pájaros que revoloteaban por el lugar, hacia del ambiente de algo agradable.
Pero pronto esta sensación de tranquilidad se me iba a dañar, pronto esa creación que me había hecho del ambiente seria destruida, se desmoronaría como una torre de cristal que se quiebra al menor golpe, casi como si una ligera pluma fuera la causa de ese desplome de la fina estructura. Ella estaba allí, radiante, tranquila. Cuando me vio, esbozo una ligera sonrisa socarrona y empezó a actuar con completa normalidad. No entendía por que, pero su actitud no podía dejar de chocarme, no podía dejar de pensar en ello, quería que ella se fuera, que todos se fueran, el desaliento y la obsesión que me provocaba eran incomprensibles para mí. Intente no pensar en ello y concentrarme en la clase y en las palabras del profesor, pero a veces me era insoportable pues la miraba, veía como hablaba con sus amigas y no podía dejar de pensar que tal vez en su fuero interno se burlaba de mi, ¡Pero por que demonios me importaba tanto lo que pensara una desconocida! ¿Acaso era su pensamiento el juicio supremo? ¿Era ella la máxima virtud, la única que podía mostrarse como ley universal y omnipotente? De tal manera que sus ojos resplandecientes eran los supremos jueces del infierno Minos y Radamantys quienes pesaban mi alma y le condenaban a un destino.
Ella pareció darse cuenta darse cuenta de mi perturbado comportamiento, al principio pareció mirarme con curiosidad, luego parecí perder interés para ella. Lo cual en vez de mejorar mi angustia, solo la ensalzo mas. Pero entiéndase, no era una obsesión por su cuerpo, ni un sentimiento afectivo hacia ella lo que me provocaba tal sensación, era el misterio. Aun que suene extraño así es, el hecho de no saber que era lo que ella pensaba de mi, lo que de nuestro propio encuentro había ella deducido y lo que sin duda vio en este pequeño ser era el motivo de esta angustia que ahora se reproducía por todo el interior de mi cuerpo. Ese misterio que sus ojos y su burlona sonrisa provocaban en mi era suficiente para alterar mis nervios, siempre lo secreto, lo que no conocemos es lo que más rabia nos da, la ignorancia es un sufrimiento en mi opinión innato en el hombre y más cuando se trata de los que como nosotros cohabitan este mundo.
Finalmente en un momento dado de la clase, el profesor, un sujeto barbudo, bonachón, que se decía incluso había sido director de teatro y de un hablado agradable fijo las fechas de la exposición que deberíamos llevar a cabo en el transcurso del semestre, las parejas serian seleccionadas aleatoriamente. Y ¿adivinen? ¿Es fácil no? Por eso antes hablaba de los crueles que suelen ser algunas veces las circunstancias y en este caso así fue, pues mi pareja fue nada menos que aquella chica que en estos momentos era objeto de mis pensamientos y desvaríos mentales. Ella parecía estar satisfecha con la decisión, al parecer le parecía gracioso la cara que yo hice como posteriormente me contó y el hecho de que como decía ella “yo le hacia gracia”. Pues a mi no me hizo nada de gracia y estuve a punto de retirarme enojado del salón, sin embargo considerando esa actitud ridícula, decidí sentarme callado a esperar. Sin duda pronto tendría que reunirme con ella y tenia que pensar bien como iba a manejar las cosas. No obstante, la cosa no transcurrió de una manera muy grave pues simplemente concretamos encontrarnos al otro día a las seis a la salida de clases para cuadrar la exposición, ella parecía ignorar o hacerse la boba con aquel incidente de la mañana de las bancas.
Cuando salí y me encontré con mis amigos, estos parecieron tomarse todo con burla, desde luego el hecho de que me tocara con una chica como ella, tenia que ser para que mis compañeros sacaran lo peor de su repertorio. Para ellos eso iba para noche de sexo largo, seguramente era lo único en lo que pensaban, de hecho había dos de ellos a quien parecía que ella les caía mal, por un incidente aislado hace algunos meses en el cual ella parecía haberlos humillado. Sin duda, era una mujer de carácter o al menos eso se dejaba ver, eso generalmente solía llamarme mucho la atención en las mujeres. Ella no era la mas atractiva del mundo, en mi opinión era normal y creo que en la de mis compañeros también, pero el problema era que el chisme y el rumor eran lo suficiente para crear de algo tan pequeño una fiesta completa. Decidí no pararles bolas y sentarme a comer tranquilamente mi comida.
Así paso el resto del día, la normal monotonía de siempre, las mismas conversaciones, las mismas caras y el lento tic tac del reloj que se iba muy lentamente, para llegar finalmente a mi casa a tirarme en la cama cansado a dormir, decidí no pensar mucho en el asunto, igual no me preocupaba. Prefería pensar entonces en otras cosas, meterme en mis pequeños mundos imaginarios mientras me dormía, antes de hacerlo realice un ligero esbozo de mi mano en una hoja de papel en la cama. Solía hacer este tipo de ejercicios y luego me acostaba y me sumergía en alguna reflexión tonta relacionada con alguna objeto estético en especifico ¿Cuántas cosas se podían hacer con la mano?, era increíble el poder que tal miembro corporal tenia. Estiraba, la movía ligeramente, luego de un fuerte golpe intentaba agarrar el aire, ¡Cuánto poder! ¡Cuanta solemnidad!, el impacto del tacto, de cada objeto o persona tocada, una magia sin duda aun no estudiada. Mientras esto pensaba me quede al fin dormido.
Continuara...
domingo, 2 de septiembre de 2012
El lienzo fragmentado
I.
Pequeñas gotas, la escarcha, frías, heladas caían sobre mi, entumecido, poco abrigado y casi perdido me encontraba en aquel angosto lugar. Estaba recostado sobre ramas y suciedad, sobre la tierra, agresiva, pero no critica. Ella simplemente se remite a abrir sus brazos y a recibirme como a un hijo prodigo que regresa, uno que se da cuenta de que son los instintos, esta herencia materna el verdadero eje del movimiento de las agujas de un reloj. El motivo de la existencia. ¡Ja! Si verdaderamente se podía llamar “motivo”. El “Yo” ya no controlaba, muerto y decadente. He llegado a una etapa de mi mente y de mi mismo en la cual me sentía adentro de un circo, como cuando era pequeño, un estado de sorpresa y miles de posibilidades, colores y fantasía.
¿Qué como podía pensar aquello luego de lo que hice?, no lo se, pero quien me viera ahora detrás de los bambúes me vería con una enorme sonrisa, una tranquilidad interior, como si sacara un clavo mal ubicado, cogiera el cuadro y lo colgara en un lugar mejor.
Y allí estaba ella a mi lado con su mirada puesta al cielo, los ojos bien abiertos, sus brazos inmóviles y en su gesto facial aquella sonrisa irónica que siempre le gustaba colocar para mostrar su superioridad y su creencia en sus propios atributos y en su habilidad de manipular, de mover los hilos del títere que algún día fui. El problema consistió en cuando ese muñeco de trapo hallo las finas tijeras de oro y cortó los hilos furibundo.
Acostada, parecía burlarse de la luna y las estrellas, cualquiera que la viera aun podría quedar consternado por su belleza, las facciones de su cara permanecían intactas, su cuerpo conservaba aquella armoniosa figura, sus redondas caderas, sus tibios senos que aún permanecían calientes, sus suaves brazos y sus pequeñas orejas que siempre fueron para mi motivo de éxtasis, de anhelo, como representación de una creencia de mi propio ser. Su cuerpo a pesar de fusionarse con la tierra, tenia aun ese suave olor a margaritas frescas, aun no empezaba a descomponerse y a emitir el olor clásico de un cadáver en su estado de putrefacción. Decidí quedarme en aquel lugar hasta que eso pasara, seguir oliendo aquel aroma único una última vez. Intento guardar todo lo de ella en mi memoria.
¿Qué por que lo hacia? No lo se, quizá me sirviera después para revolcarme de mi propia realidad, recoger esas figuras y colocar otras, armar una maqueta distinta, siempre al final dependerá de mi y este recuerdo siempre seria importante para este agitado corazón y para la construcción de un nuevo mundo. Pero, ¿debería empezar desde el principio no? Y que fue lo que me llevo a aquello, a este extraño reencuentro y desde luego a matarla. La mayoría de parejas se matan por celos, venganza o por alguna especie de locura, yo tuve otro motivo. Yo no estoy loco, les puedo afirmar con toda seguridad desde ya, que yo la mate por que la amaba, la amaba demasiado. ¡Si!, ¡Así es!, la he llevado a la salvación, la he rescatado, me siento como un salvador, como aquel caballero que llega y rescata a la princesa de las fauces de un dragón. No, les repito yo no estoy loco. Me recuerda la lectura que pude hacer alguna vez del “corazón delator” de Poe. Eran circunstancias diferentes, pero sin embargo, solo cuando lo vives, es cuando realmente la literatura adquiere un nuevo valor. Cuando esta deja su velo de ficción y se asienta en la realidad de una forma descojonante. Es allí cuando la entiendes y la hallas en su esencia pura, como una representación y un espejo vil del hombre.
La amaba con todo mí ser, quería construirle castillos, montar en barcos sobre las nubes y alcanzarle una estrella fugaz. Quise darle todo, pero todo cambio cuando me di cuenta de la verdad, cuando logre visualizar lo que hay detrás del telón. Pero de nuevo me adelanto, un mal vicio mío, de no aguantar y querer llegar al clímax de la película, al momento sublime en que el director levanta su batuta y el público, los oyentes aplauden con pequeñas lágrimas en sus ojos. Estoy algo incomodo, me remitiré a mover el trasero de este lugar y me asentare en ese pequeño morro de tierra. Además desde allí puedo observarla mejor y podré contar con tranquilidad y elocuencia aquella historia que ahora me dispongo a trasmitiros.
Fue una tarde, un día soleado de fuerte verano como los que hacen en mi ciudad, no fue nada romántico como muchos creerán, no fue el: “¡la vi mientras caminaba por la calle y me enamore!”. No, nada de esa rebuscada mentira, creencia, de que el amor se hace a primera vista, ¿no tiene que actuar arduamente el minero para poder abrir la roca y hallar oro?, así fue para mi. La primera vez que la vi ella estaba acostada en una banca de la universidad, todas estaban llenas y tenia urgencia de comer. Ella no me pareció nada del otro mundo, su corto cabello negro y su bonita cara no me impresiono en absoluto. Al contrario de mis compañeros no me dejaba impresionar fácilmente por la belleza femenina, aun que claro, había figuras que podían dejarme eclipsado por segundos y creer que todo es parte de un sueño. Este no fue el caso. Ella estaba allí acostada como si nada y no se por que esa actitud, esa pose me choco de sobremanera. La desperté con mi dedo con un toque fuerte en el hombro
- Disculpe, quiero comer, ¿podría moverse?
- No- fue su lacónica respuesta
- Emm… En serio tengo afán y mucho hambre y tengo clase a…
- Su vida no me interesa- me interrumpió bruscamente- valla busque otra banca en la universidad abundan muchas
- ¡Pero esta es mi banca!, yo siempre desde que entre me he hecho aquí, además usted ocupa toda la banca, ¡y fue hecha para dos o tres!
- Eh amargado, déjate de complicaciones, pareces un niño, mira ¡allá ahí una banca libre! Y seguro que tu quieres darle una mirada al trasero de las de arquitectura, dicen que son las mas “chimbas” de la universidad- dijo en tono de burla
Su familiaridad y su irrespeto me estaban empezando a cansar, ¡apenas me acababa de conocer y ya me estaba tuteando! Era increíble la confianza que se podían dar algunas personas, pero era una mujer y bueno, no solía ser brusco con las mujeres. Igual, me di cuenta que la discusión no llegaría a ningún fin. Así que simplemente me remití a decir:
- Es increíble el egoísmo de algunas personas…una lastima, pero bueno…- dije y me dispuse a retirarme, lo que menos quería era una pelea ahora
- ¿Es egoísta quien busca su propio bien por encima de los demás?- me respondió ella repentinamente
- Si en parte lo es…- dije aperezado y con ganas de retirarme pronto del lugar y dejar a esa desconocida
- Entonces debe ser muy aburrida y difícil tu vida amigo…te compadezco...
- ¡Ah! ¡a la mierda tu!- dije retirándome indignado, atrás solo pude escuchar su risa de burla, no quería volver a encontrarme nunca mas con ella, hasta su rostro se me había hecho desagradable.
Continuara...
Pequeñas gotas, la escarcha, frías, heladas caían sobre mi, entumecido, poco abrigado y casi perdido me encontraba en aquel angosto lugar. Estaba recostado sobre ramas y suciedad, sobre la tierra, agresiva, pero no critica. Ella simplemente se remite a abrir sus brazos y a recibirme como a un hijo prodigo que regresa, uno que se da cuenta de que son los instintos, esta herencia materna el verdadero eje del movimiento de las agujas de un reloj. El motivo de la existencia. ¡Ja! Si verdaderamente se podía llamar “motivo”. El “Yo” ya no controlaba, muerto y decadente. He llegado a una etapa de mi mente y de mi mismo en la cual me sentía adentro de un circo, como cuando era pequeño, un estado de sorpresa y miles de posibilidades, colores y fantasía.
¿Qué como podía pensar aquello luego de lo que hice?, no lo se, pero quien me viera ahora detrás de los bambúes me vería con una enorme sonrisa, una tranquilidad interior, como si sacara un clavo mal ubicado, cogiera el cuadro y lo colgara en un lugar mejor.
Y allí estaba ella a mi lado con su mirada puesta al cielo, los ojos bien abiertos, sus brazos inmóviles y en su gesto facial aquella sonrisa irónica que siempre le gustaba colocar para mostrar su superioridad y su creencia en sus propios atributos y en su habilidad de manipular, de mover los hilos del títere que algún día fui. El problema consistió en cuando ese muñeco de trapo hallo las finas tijeras de oro y cortó los hilos furibundo.
Acostada, parecía burlarse de la luna y las estrellas, cualquiera que la viera aun podría quedar consternado por su belleza, las facciones de su cara permanecían intactas, su cuerpo conservaba aquella armoniosa figura, sus redondas caderas, sus tibios senos que aún permanecían calientes, sus suaves brazos y sus pequeñas orejas que siempre fueron para mi motivo de éxtasis, de anhelo, como representación de una creencia de mi propio ser. Su cuerpo a pesar de fusionarse con la tierra, tenia aun ese suave olor a margaritas frescas, aun no empezaba a descomponerse y a emitir el olor clásico de un cadáver en su estado de putrefacción. Decidí quedarme en aquel lugar hasta que eso pasara, seguir oliendo aquel aroma único una última vez. Intento guardar todo lo de ella en mi memoria.
¿Qué por que lo hacia? No lo se, quizá me sirviera después para revolcarme de mi propia realidad, recoger esas figuras y colocar otras, armar una maqueta distinta, siempre al final dependerá de mi y este recuerdo siempre seria importante para este agitado corazón y para la construcción de un nuevo mundo. Pero, ¿debería empezar desde el principio no? Y que fue lo que me llevo a aquello, a este extraño reencuentro y desde luego a matarla. La mayoría de parejas se matan por celos, venganza o por alguna especie de locura, yo tuve otro motivo. Yo no estoy loco, les puedo afirmar con toda seguridad desde ya, que yo la mate por que la amaba, la amaba demasiado. ¡Si!, ¡Así es!, la he llevado a la salvación, la he rescatado, me siento como un salvador, como aquel caballero que llega y rescata a la princesa de las fauces de un dragón. No, les repito yo no estoy loco. Me recuerda la lectura que pude hacer alguna vez del “corazón delator” de Poe. Eran circunstancias diferentes, pero sin embargo, solo cuando lo vives, es cuando realmente la literatura adquiere un nuevo valor. Cuando esta deja su velo de ficción y se asienta en la realidad de una forma descojonante. Es allí cuando la entiendes y la hallas en su esencia pura, como una representación y un espejo vil del hombre.
La amaba con todo mí ser, quería construirle castillos, montar en barcos sobre las nubes y alcanzarle una estrella fugaz. Quise darle todo, pero todo cambio cuando me di cuenta de la verdad, cuando logre visualizar lo que hay detrás del telón. Pero de nuevo me adelanto, un mal vicio mío, de no aguantar y querer llegar al clímax de la película, al momento sublime en que el director levanta su batuta y el público, los oyentes aplauden con pequeñas lágrimas en sus ojos. Estoy algo incomodo, me remitiré a mover el trasero de este lugar y me asentare en ese pequeño morro de tierra. Además desde allí puedo observarla mejor y podré contar con tranquilidad y elocuencia aquella historia que ahora me dispongo a trasmitiros.
Fue una tarde, un día soleado de fuerte verano como los que hacen en mi ciudad, no fue nada romántico como muchos creerán, no fue el: “¡la vi mientras caminaba por la calle y me enamore!”. No, nada de esa rebuscada mentira, creencia, de que el amor se hace a primera vista, ¿no tiene que actuar arduamente el minero para poder abrir la roca y hallar oro?, así fue para mi. La primera vez que la vi ella estaba acostada en una banca de la universidad, todas estaban llenas y tenia urgencia de comer. Ella no me pareció nada del otro mundo, su corto cabello negro y su bonita cara no me impresiono en absoluto. Al contrario de mis compañeros no me dejaba impresionar fácilmente por la belleza femenina, aun que claro, había figuras que podían dejarme eclipsado por segundos y creer que todo es parte de un sueño. Este no fue el caso. Ella estaba allí acostada como si nada y no se por que esa actitud, esa pose me choco de sobremanera. La desperté con mi dedo con un toque fuerte en el hombro
- Disculpe, quiero comer, ¿podría moverse?
- No- fue su lacónica respuesta
- Emm… En serio tengo afán y mucho hambre y tengo clase a…
- Su vida no me interesa- me interrumpió bruscamente- valla busque otra banca en la universidad abundan muchas
- ¡Pero esta es mi banca!, yo siempre desde que entre me he hecho aquí, además usted ocupa toda la banca, ¡y fue hecha para dos o tres!
- Eh amargado, déjate de complicaciones, pareces un niño, mira ¡allá ahí una banca libre! Y seguro que tu quieres darle una mirada al trasero de las de arquitectura, dicen que son las mas “chimbas” de la universidad- dijo en tono de burla
Su familiaridad y su irrespeto me estaban empezando a cansar, ¡apenas me acababa de conocer y ya me estaba tuteando! Era increíble la confianza que se podían dar algunas personas, pero era una mujer y bueno, no solía ser brusco con las mujeres. Igual, me di cuenta que la discusión no llegaría a ningún fin. Así que simplemente me remití a decir:
- Es increíble el egoísmo de algunas personas…una lastima, pero bueno…- dije y me dispuse a retirarme, lo que menos quería era una pelea ahora
- ¿Es egoísta quien busca su propio bien por encima de los demás?- me respondió ella repentinamente
- Si en parte lo es…- dije aperezado y con ganas de retirarme pronto del lugar y dejar a esa desconocida
- Entonces debe ser muy aburrida y difícil tu vida amigo…te compadezco...
- ¡Ah! ¡a la mierda tu!- dije retirándome indignado, atrás solo pude escuchar su risa de burla, no quería volver a encontrarme nunca mas con ella, hasta su rostro se me había hecho desagradable.
Continuara...
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