Despedida de la Maga

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Sobre "Devenires Prosaicos":

Devenires Prosaicos es un espacio por y para la literatura. Un espacio en el que planeo compartir reflexiones, fragmentos, poemas y cuentos. Deseo entonces dejar aquí escritas algunas pequeñas huellas, mis propios trayectos, mis propios devenires ¡Sed bienvenidos a devenires prosaicos!


sábado, 29 de marzo de 2025

PRESENTACIÓN DE LA CONSTELACIÓN PERDIDA

 Por Yenny León



La constelación perdida se abre con el nombre de una musa: Polimnia. No es casual. Polimnia, en la mitología griega, es la musa de los himnos sagrados, la retórica y la poesía solemne; aquella que, con gesto recogido y mirada grave, invoca la memoria espiritual de las palabras. Desde ese primer gesto, Daniel Acevedo parece recordar que la poesía, incluso cuando nace del duelo o del temblor de la pérdida, tiene algo de invocación, de voz que se eleva en lo íntimo para tocar lo inasible. En su libro, lo perdido no se grita: se musita. Y cada poema es una plegaria estelar que busca orden en el cielo raso de la memoria.

Este libro propone un tránsito entre el lenguaje narrativo y el poético, entre el diario íntimo y la elegía cósmica. Sus páginas reúnen versos y pasajes en prosa que se entrelazan como si la voz lírica necesitara explorar diversas formas de decir, de recuperar lo vivido, de reconstruirse. Así, lo autobiográfico se funde con lo simbólico, lo cotidiano con lo sagrado.

Hay en sus poemas un impulso genuino por traducir el recuerdo en imagen. Algunas de ellas, especialmente logradas, interrumpen la linealidad para instalar la belleza: “la palabra sobrevive bajo tierra”, “la memoria es un charco de lluvia sobre la calle”, “me saludabas con el respeto que se tiene a los relámpagos”. En estos instantes, el lenguaje encuentra una cadencia que rasga lo profundo.

A lo largo del libro, la nostalgia y el deseo se despliegan como líneas de una misma constelación afectiva. La figura de la madre, los espacios de la infancia, las grietas del cuerpo y de la tierra se superponen en una búsqueda que no pretende restituir un centro, sino mapear sus fragmentos con ternura.

En algunos tramos, la voz poética parece extenderse más de lo necesario, como si el deseo de nombrarlo todo dificultara la respiración del poema. Sin embargo, esa también amplitud da cuenta de una voluntad de entrega: de quien no teme la abundancia porque intuye que solo entre ruinas y plenitudes puede aparecer lo verdadero.

En varios momentos, el poemario se deja atravesar por referencias al cuerpo como archivo del dolor, pero también como vestigio del asombro. El cuerpo que recuerda, que extraña, que se inclina ante lo perdido, es también el que escribe: “me perseguía una sombra irreconocible de colmillos lunares”, dice uno de los versos más potentes. Esa sombra parece ser, a la vez, la del amor, la del miedo y la del lenguaje mismo cuando roza sus límites.

La figura materna aparece como centro gravitacional de muchas de estas piezas. No se trata únicamente de evocarla como una ausencia, sino como una constelación simbólica desde la que se organiza la experiencia: lo nutricio, lo que se va, lo que permanece. La madre, aquí, es casa y es abismo. Es palabra que se anhela, pero también silencio que se acepta.

Hay, además, una inclinación por lo mitológico y lo cósmico, por las formas de lo alto como espejo de lo íntimo. La constelación no es solo metáfora de lo perdido, sino del modo en que el yo busca ordenarse entre fragmentos. Cada poema es un intento de nombrar desde la dispersión, de reunir astros dispersos para formar una figura que contiene, que diga.

El tono elegíaco del libro se entreteje con una sensibilidad contemporánea: no hay en estos poemas un afán de heroísmo ni de solemnidad, sino una voz que sabe dudar, que se permite el temblor. En esa vulnerabilidad radica gran parte de su valor. Porque más que certidumbre, el poemario ofrece una pregunta abierta: ¿qué hacemos con lo que ya no está?, ¿cómo se nombra la ausencia sin que se desvanezca por completo?

La constelación perdida es, al final, un ritual de escritura. Un gesto de alguien que observa el cielo para entender su propio eco en la tierra. Un libro que, más que cerrarse en un sentido, deja abiertas múltiples puertas para entrar al asombro.


Sobre la autora

Yenny León (Medellín, 1987) es filóloga hispanista de la Universidad de Antioquia y docente en la Red de Escritores de la misma universidad. Obtuvo el I Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín con su poemario “Tríptico”, convocado por la revista Prometeo y el Festival Internacional de Poesía de Medellín en 2011. También ocupó el primer puesto en el I Premio Nacional de Poesía Joven Andrés Barbosa Vivas (2011) con su poema “Mujer de agua”. En 2012 ganó la IX Beca a la Creación Artística y Cultural Ciudad de Medellín. En 2013 la Editorial Planeta publicó su poemario “Entre árboles y piedras”. Ha participado en diversos festivales de poesía y sus escritos han sido publicados en revistas literarias nacionales e internacionales.